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Juan Carlos Girauta

A Bono

A los socialistas les gusta mucho arrestar y detener gente. Cesar, no tanto

Bono es la bonhomía personificada, pero cuando se calienta se abona a un bombardeo, sobre todo si es contra la frontera siria y las bombas las pone el amigo americano, que estará perplejo en la Casa Blanca preguntándose de qué bando estamos, o diciéndose que con amigos así no hacen falta enemigos.
 
Bono gusta de afirmar que Ejpaña no ej madrajtra, ej madre. Él sí que es un ministro madrajtra. Se comporta con la oposición como el ama de llaves de Rebeca con Joan Fontaine. Urdió el linchamiento de su antecesor en el cargo acumulando dudosas pruebas en los archivos de su ministerio, de madrugada. Como en la Eneida, iba oscuro, bajo la solitaria noche, por las sombras. Las sombras de vacías dependencias, en el silencio sólo interrumpido por los latidos de la venganza.
 
Reventó una manifestación de víctimas del terrorismo porque, novio en la boda y niño en el bautizo, se dijo que para víctima él. De allí surgió la primera detención –desde la Transición– de militantes de un partido democrático por el hecho de serlo, por aparecer cerca de Bono en una foto. Desde entonces nadie se retrata a su lado. Los que no tienen más remedio se ponen de espaldas o recurren a la mueca extrema para salir irreconocibles.
 
Pasó a los anales de la gazmoñería proclamando una preferencia inquietante en un ministro de Defensa: ser muerto antes que matar. Reforzó los vínculos con Gran Bretaña llamando gilipollas a su primer ministro. Se impuso un galardón y luego se lo quitó, ampliando las posibilidades de la campaña póntelo, pónselo. Tiene escondidos los restos del helicóptero de Afganistán y ha impuesto la ley del silencio a todo el que se mueva. Exhibe farisaico su fe, aspirando acaso a ser un día llevado en volandas y en procesión. Contradice siempre que puede a Moratinos, que es otro ministro muy listo, y parece como que defiende la unidad de España.
 
Con el teniente general Mena también va a hacer demadrajtraporque los soldados deEjpañason muy sufridos. Como un gañancete de bar de pueblo, da un puñetazo en la barra y exclama: ¡Si hay que arrestarlo, se le arresta, y si hay que cesarlo, se le cesa! A los socialistas les gusta mucho arrestar y detener gente. Cesar, no tanto. Para culminar su número de gallito, cuenta con la disciplina de los uniformados. Pero cuando su gobierno despierte, el artículo octavo todavía estará allí.

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