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La manipulación al servicio del chantaje etarra

El genio de Rubalcaba ha demostrado que se puede hacer el juego político a los GAL, a los islamistas y a los etarras, y salir bien parado políticamente

Ha dicho Rubalcaba, nada más prometer su cargo como ministro del Interior, que tanto Zapatero como De la Vega conocen la "intrahistoria" de su nombramiento y que "alguna vez la escribirán". Si a alguien llama la atención la expresa ocultación que hace el nuevo ministro de los entresijos de su nombramiento, que se espere a la inacabada "intrahistoria" que Rubalcaba va a tener que ocultar para controlar y hacer políticamente presentable el pacto electoral de su gobierno con ETA. Poco importa que la organización terrorista acabe de recordar las condiciones de su alto el fuego –autodeterminación y amnistía total–; ya se encargará este cínico genio de la propaganda de que los medios sigan suministrando el anestésico de la paz.

El "queremos saber" de Rubalcaba duró, por otra parte, los tres días de infamia en los que sus cínicas exigencias sólo buscaban la posibilidad de hacer el juego político a los autores del 11-M contra el gobierno del PP. Pasado el 14-M, el afán de Rubalcaba por que se supiera, de verdad, la "intrahistoria" del 11-M no ha sido mayor que la que demostró en su día para que se supiera quien había detrás de los crímenes del GAL. El genio de Rubalcaba ha demostrado que se puede hacer el juego político a los GAL, a los islamistas y a los etarras, y salir bien parado políticamente.

Servir y servirse de los terroristas en nombre de la paz es el pasado, el presente y el futuro del gobierno del 14-M. El cinismo de Rubalcaba es bien capaz de presentar el nihilismo de ZP como si de un alegato moral se tratara. El fin del poder justifica cualquier medio. Si Lenin dijo que la mentira es un arma revolucionaria, Rubalcaba la ha transformado en un auténtico arte. Por su "conciencia y honor". Esa es, desgraciadamente, la única "intrahistoria".

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