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Juan Carlos Girauta

Uniformes

No sé quien podrá aprobar que un uniformado levante el puño. Alguien ha equivocado la profesión. O alguien ha profesionalizado la equivocación.

En materia explosiva, ¿hay que creer a la Policía Científica o a los Tedax? Quizás a nadie que dependa de quien hoy depende la Policía. Y la Guardia Civil. Para explosivas, las manifestaciones de tricornios, orgía de desobediencia y charol negro. Y verde que te quiero verde. Del romance sonámbulo al de la Guardia Civil Española. Les faltaban a los manifestantes las capas con manchas de tinta y de cera para que Federico García se removiera en su tumba ignota y el Romancero Gitano crepitara y saltara de las estanterías.

No sé quien podrá aprobar que un uniformado levante el puño. Alguien ha equivocado la profesión. O alguien ha profesionalizado la equivocación. Me inclino por lo segundo. A los uniformes hay que tenerles un respeto. No el infundado de la autoridad por la autoridad, sino el que resulta de reconocer un par de obviedades: que conjuran amenazas contra nuestra vida e integridad, contra nuestras libertades y propiedades; que indican un especial espíritu de sacrificio y entrega a la comunidad en quienes los visten.

Si el uniforme es militar, lo peor que puede hacer un gobierno con él es convertirlo en atavío de una oenegé. Todo el sentimentalismo tramposo del que son capaces los progres se desplegó en ciertas asombrosas escenas que coparon los noticiarios. Fue cuando Rodríguez, traicionando a nuestros aliados, se trajo de vuelta a las tropas de Irak. Aquella trapisonda de familiares, llantos y abrazos contradijo la voluntad de hombres que han decidido libremente dedicarse a la profesión militar. Su explotación mediática la ofendió.

¡Ah, los Mossos d’Esquadra! En una concentración de peones negros en Barcelona, alguien preguntó a unos agentes por qué vestían de gala. Respondió un mosso: “Porque hoy ha venido vuestro príncipe”. Felipe de Borbón andaba por la Ciudad Condal y el uniformado lo consideraba, por lo visto, heredero a un trono extranjero.

Ahora mismo les manda el consorte de la teniente alcalde antisistema Imma Mayol. Cuando se encargaba de las Relaciones Institucionales en el anterior tripartito, el rojiverde tuvo la gentileza de endilgar un discurso íntegramente en catalán, durante un almuerzo oficial, a una nutrida representación de la Armada. La mayoría de los asistentes no entendieron ni jota, aunque aplaudieron, disciplinados como son. Lo que sí entendieron todos fue la intención.

La actual preocupación de Saura esque los mossos retiren los carteles en su contracon que los ingratos okupas decoran las fachadas de las casas tomadas. En cuanto al posterior desalojo, elconsellerpodría verse obligado a pedir perdón en público a su mujer, como Berlusconi.

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