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Walter Williams

Unas preguntas a los partidarios de la amnistía

En su mayor parte, los inmigrantes de ayer venían aquí legalmente. Dado que no había ningún Estado del bienestar, teníamos garantizado que trabajarían en vez de vivir a costa del resto del país. Además, querían integrarse.

El presidente Bush y sus aliados pro-amnistía tanto dentro como fuera del Congreso sufrieron una devastadora derrota a manos del pueblo norteamericano. Como sucede con cualquier controversia política, existen intereses creados a favor y en contra de la amnistía, pero me gustaría plantear algunas preguntas corrientes que no requieren de gran inteligencia a la gente favorable a la amnistía, posición con la que se alinean también muchos de mis amigos liberales.

¿Tienen derecho las personas de cualquier parte del mundo a entrar en los Estados Unidos al margen de nuestras leyes de inmigración? A no ser que se quiera ofuscar la cuestión, se debería responder con un simple sí o un no. Si su respuesta es que sí, ¿por qué debería haber entonces ningún requisito, como visados, pasaportes y permisos de residencia y trabajo, para cualquiera que deseara visitar o residir en nuestro país? ¿Por qué no abolir la agencia encargada de la inmigración y la nacionalización de nuevos ciudadanos?

Si su respuesta es "no", entonces no existe el derecho a entrar en los Estados Unidos con independencia de sus leyes. Por tanto, ¿en qué convierte eso a una persona que lo hace? Generalmente llamamos delincuente a quienes violan la ley. Si hay personas que cometen actos delictivos, ¿debería existir un esfuerzo para detenerlas y castigarlas? En general, mi respuesta es sí, con una importante excepción.

Hace algunos años fui convocado para ejercer de jurado, y durante el período de selección el abogado me preguntó si podría obedecer o no las instrucciones del juez. Yo respondí, "Todo depende de cuáles sean esas instrucciones". Irritado, el juez me pidió que me explicase. Le respondí que si fuera un jurado en los años 50 del XIX y una persona estuviera siendo juzgada por violar la Ley del Esclavo Proscrito al ayudar a un esclavo fugitivo, yo votaría a favor de la absolución al margen de las instrucciones del juez. El motivo es que la esclavitud es injusta y cualquier ley que la apoye es injusta. Ni que decir tiene que fui descartado como miembro del jurado. Pero el caso es que nuestras leyes de inmigración, aunque notablemente engorrosas y urgentemente necesitadas de ser agilizadas, no violan los derechos humanos y deberían ser obedecidas.

Muchos partidarios de la amnistía dicen que, dado que en nuestro país hay de doce a veinte millones de inmigrantes ilegales, no podemos evitar la entrada de todos los que lo intenten ni expulsar a todos los que ya están aquí. Eso puede ser verdad, pero también lo es que no podemos evitar todas las violaciones ni todos los asesinatos. ¿Significa eso que no deberíamos intentar hacer cumplir las leyes contra la violación y el asesinato ni intentar procesar a los autores materiales?

Además de mayores esfuerzos por controlar nuestras fronteras, existen muchas medidas que podemos tomar. A las personas que están aquí ilegalmente se les debería negar todo acceso a cualquier servicio social como Medicaid, la enseñanza pública o los programas de asistencia alimentaria. Se podría hacer una excepción con el tratamiento médico temporal de urgencia. En algunas ciudades, como Los Ángeles, la policía tiene prohibido preguntar a la gente a la que para por su estatus de inmigración. Aunque las policías estatal y local no deberían hacer el trabajo de los agentes federales, tampoco deberían encubrir delitos a sabiendas.

Estados Unidos es una nación de inmigrantes procedentes de todo el mundo. El mosaico étnico resultante contribuye en gran medida a explicar nuestra grandeza como nación. La inmigración siempre ha sido una bendición para nosotros y lo sigue siendo. Pero la inmigración de ayer y la de hoy difieren en varios aspectos importantes. En su mayor parte, los inmigrantes de ayer venían aquí legalmente. Dado que no había ningún Estado del bienestar, teníamos garantizado que trabajarían en vez de vivir a costa del resto del país. Además, querían integrarse, adoptar nuestra cultura y convertirse en norteamericanos. Eso no sucede tanto ahora, cuando los activistas hispanos pretenden imponernos su lenguaje y cultura al resto. En algunas escuelas públicas han llegado a izar la bandera de México encima de la norteamericana. Han anunciado que pretenden recuperar regiones de Estados Unidos que anteriormente formaron parte de México.

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