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Los lagos me aburren

La muerte reciente de dos verdaderos artistas como Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni, ha dejado huérfano al cine europeo. Huérfano y sin herederos. Y si alguien se atreve a citar a Almodóvar, saco mi pistola.

Juro que no he sido yo quien ha invitado al presidente Sarkozy al lago ese de New Hampshire, pero confieso que conozco esa región de lagos y bosques, la única región campestre norteamericana en la que he estado, de hecho. El caso es que a mí los lagos me aburren, tanto como la oposición y su principal partido, el PS, que se dedica exclusivamente a buscarle las pulgas a Sarkozy. Dado que cualquier cosa que diga o haga el presidente se ve sometida a las críticas de las nuevas tricoteuses, no podía faltar el tema de las "vacaciones de millonario": una casa con ocho dormitorios y un alquiler astronómico, ¡menudo escándalo!

El caso es que una casa con ocho dormitorios para un presidente de la República, su familia, sus inevitables guardaespaldas y alguna secretaria no es gran cosa. De hecho, es totalmente ridículo si se compara al séquito de 2.000 personas y 200 esposas de su Alteza Real saudí en Marbella o incluso con el del primer ministro libanés asesinado por los sirios, Rafik Hariri, quien llegaba a Plan-de-la-Tour en helicópteros y un modesto séquito de 200 personas.

Algo más serias, al menos en apariencia, son las preguntas, las críticas y hasta la exigencia de una comisión de investigación parlamentaria sobre las recientes relaciones de Francia y Libia y la liberación de las enfermeras búlgaras. Los sociatas ladran: ¿Cuánto le habéis pagado? ¿Qué le habéis regalado al coronel Gadafi para que las liberara? Cegados por su pasión sectaria, ni siquiera se han dado cuenta de que quienes han pagado son los libios y quienes han cobrado los franceses (Gobierno y empresas, se entiende). Es lo que siempre ocurre en estos negocios de ventas de armas. O sea, que los Sarkozy no sólo han logrado la liberación de las enfermeras, sino un negocio redondo para Francia. Tout benef!, se dice en Belleville. Y en cuanto a las declaraciones contradictorias del hijo de Gadafi, cabe preguntarse si quien miente es él o Le Monde.

Desde luego, queda pendiente la cuestión política y ética de la venta de armas a un dictador como Gadafi, pero éste es un eterno y académico tema de debate. Francia siempre ha vendido armas, especialmente a los países árabes. Los mismos problemas éticos se plantean con la venta de armas a Arabia Saudí, que tampoco es un país democrático. Aunque le pueda parecer curioso a François Hollande, son las dictaduras las que compran más armas. Y en cuanto a la amenaza nuclear iraní, a mí que no me vengan con cuentos: armar a supuestos adversarios musulmanes es aumentar el peligro. La única solución es la destrucción militar de sus instalaciones nucleares.

La muerte reciente de dos verdaderos artistas como Ingmar Bergman y Michelangelo Antonioni, ha dejado huérfano al cine europeo. Huérfano y sin herederos. Y si alguien se atreve a citar a Almodóvar, saco mi pistola.

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