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EDITORIAL

La guerra silenciada

Lo que reprochamos a Zapatero es que utilice esos valores, no para justificar, sino, más bien, para ocultar nuestra participación militar en una guerra que tiene los mismos objetivos y al mismo enemigo que la que se libraba -y todavía se libra- en Irak

Aunque todavía sea pronto para conocer los pormenores del ataque en el que han perdido la vida los soldados Pérez Burgos y Mera Vera y un intérprete afgano, no lo es para recordar una realidad que Zapatero ha tratado de minimizar u ocultar desde su llegada al Gobierno, como son los riesgos que corren nuestras tropas destacadas en Afganistán, así como la naturaleza bélica del conflicto en el que participan.
 
Decía Karl Popper que, "en ocasiones, es necesario librar guerras por la paz". Desde luego, nada vamos a objetar a que la que se está librando en Afganistán –como en Irak– sea en aras de esa paz, esa libertad y esa democracia a las que Zapatero ha hecho referencia este lunes tras conocer este nuevo ataque a nuestras tropas. Lo que reprochamos al presidente del Gobierno es que utilice esos valores no para justificar nuestra presencia en el país asiático, sino para ocultar que nuestros militares participan en una guerra que tiene los mismos objetivos y al mismo enemigo que la que se libraba –y todavía se libra– en Irak.
 
Tan "humanitaria" y, al tiempo, tan "militar" ha sido la participación de nuestros soldados en Afganistán, tras el derrocamiento del régimen talibán, como lo fue la de Irak, tras el derrocamiento del genocida Sadam Hussein. Zapatero, sin embargo, miente y manipula a los españoles con una retórica pacifista que ha llegado a la vileza de negar distinciones a nuestros soldados caídos en Afganistán con tal de no destapar la naturaleza bélica de un conflicto en el que ha incrementado nuestra presencia militar. Ese fue el caso de la soldado Idoia Rodríguez, a la que el gobierno negó la cruz al mérito militar con distintivo rojo, para concedérsela únicamente con el amarillo en una ceremonia casi clandestina.
 
Vista las protestas por semejante mezquindad, esta vez el Gobierno sí concederá a nuestros soldados caídos la cruz con distintivo rojo, alegando un cambio legislativo que, en realidad, sólo ha tenido como objetivo maquillar su mezquindad a la hora de no concederlo en ocasiones anteriores. La desfachatez del Gobierno del 14-M a la hora de silenciar todo lo que pueda sonar a guerra sigue, sin embargo, intacta, hasta el ridículo extremo de señalar que esta condecoración se concede ahora a los militares que fallezcan en actos de servicio en misiones en el exterior, "como consecuencia de acciones violentas de elementos hostiles"...
 
En cualquier caso, nuestra presencia militar en esta guerra silenciada, seguirá siendo el exponente más elocuente de la hipocresía de este Gobierno que, en favor de nuestros aliados, alaba en Afganistán lo mismo que, en beneficio de los terroristas, rechazó en Irak.

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