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EDITORIAL

Caracas-Teherán, el eje de los granujas

Cuando las últimas consecuencias de esta alianza entre granujas se hayan consumado será tarde y no quedará tiempo ni para lamentarse

El socialismo del siglo XXI que predica Hugo Chávez y la teocracia islámica que preside Mahmud Ahmadineyad no tienen mucho que ver y en ciertos aspectos son antitéticos. De hecho, en cualquier otro escenario geopolítico distinto al actual, que ambos regímenes congeniasen sería algo impensable. Ha sido el odio a Occidente en general –y a los Estados Unidos en particular– el que ha forjado esta alianza de tiranos que tan repulsiva resulta a los que aman la libertad y tan dañina está siendo para iraníes y venezolanos, verdaderos cobayas de los experimentos que Chávez y Ahmadineyad alumbran a dúo.

Para el resto del mundo la renovada alianza entre Caracas y Teherán es una bomba de relojería que puede estallar en el momento menos pensado. Ninguno de los dos gobiernos practica la democracia y el pluralismo político. Ambos reniegan de la libertad económica y de la apertura de los mercados. Y, por último, tanto Ahmedineyad como, más recientemente, Chávez se traen entre manos una inquietante escalada armamentística que incluye la nuclearización de sus arsenales.

El arma atómica es un asunto muy serio que no debería tomarse a la ligera en Occidente. Dos nuevas potencias nucleares, gobernadas ambas por dictadores excéntricos, suponen una amenaza de primer nivel a la seguridad global. Para evitar en el futuro males mayores, en la cancillerías occidentales y en la propia ONU deberían tomar nota, porque cuando las últimas consecuencias de esta alianza entre granujas se hayan consumado será tarde y no quedará tiempo ni para lamentarse.

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