Helle Dale
Fue como un soplo de aire fresco. Después de años de aguantar las diatribas abominables y estúpidas de este hombre en la escena internacional, alguien finalmente le dijo al presidente venezolano Hugo Chávez que cerrara la boca. En la cumbre iberoamericana en Santiago, Chile, el Rey Juan Carlos I de España se sintió escandalizado por los ataques de Chávez, que tildó de "fascista" al ex presidente español José María Aznar. El Rey dijo airadamente a Chávez:"¿Por qué no te callas?" Pues sí, que lo haga. Habría sido muy bueno que alguien le hubiese dicho a Chávez que se callara cuando llamó "diablo" a George W. Bush en la Asamblea General de la ONU el año pasado. Ya es hora que la comunidad internacional comience a hacerle frente a las gamberradas de Chávez.
El hecho es que el presidente venezolano no es sólo un payaso; es peligroso. Un observador lo caracterizó como narcisista maligno, una categoría a la que probablemente también se ajusta Adolf Hitler, cuyo nombre se invoca en vano demasiado a menudo, pero que en este caso parece muy apropiado. Todo se reduce a que ellos y su poder sean el centro de atención, y están dispuestos a sacrificar el futuro de una nación para que así sea.
Debido a Chávez, Estados Unidos ahora se ve desafiado en América del Sur como no lo había estado desde la caída del comunismo. De hecho, el hombre fuerte de Venezuela está prometiendo restablecer el comunismo, asegurando que el capitalismo de libre mercado es un fracaso. Los últimos ocho años Chávez se ha inspirado en el ejemplo de Fidel Castro. Pero no es sólo eso; él mismo es fuente de inspiración para el presidente boliviano Evo Morales y otros para que sigan sus pasos. Sin embargo, la revolución de Chávez ha sido un proceso gradual que le ha permitido permanecer fuera del centro de atención de la comunidad internacional.
No lleva mucho tiempo darse cuenta de que Chávez está vendiendo humo, una ilusión construida principalmente en la riqueza petrolera de Venezuela y no en un modelo económico alternativo. Los venezolanos no están en mejores condiciones, la economía está en ruinas y los ciudadanos han perdido libertades políticas importantes. Venezuela ya no tiene una judicatura independiente, ni prensa libre ni una oposición política viable. Todo el poder se centra alrededor de la cada vez más autoritaria presidencia.
Irónicamente, después de 50 años de comunismo, el empobrecido pueblo de Cuba está anhelando el cambio. Según una encuesta recientemente publicada por el Instituto Republicano Internacional, más del 70% de los cubanos cree que una economía de libre mercado les proporcionaría una vida mejor. No obstante, los venezolanos aún se siguen tragando el cuento de Chávez y a muchos de ellos les encanta cuando su líder se enfrenta a países influyentes como España y Estados Unidos.
De hecho, el 2 de diciembre el mundo bien podría escuchar cómo las campanas tañen por la muerte de la democracia venezolana. Ese día los votantes irán a las urnas a votar un referéndum constitucional que daría a Chávez poderes aún mayores. Además de la industria de petróleo, Chávez también controlará el Banco Central. También podrá pasar por encima del Parlamento para escoger candidatos a puestos políticos. Y podrá declarar un "estado de emergencia indefinido". A sus robustos 52 años de edad, Chávez podría estar entre nosotros casi tanto como Castro.
Si los venezolanos votan a favor o si los resultados están amañados (como es muy probable que suceda) Chávez habrá perpetrado un golpe constitucional que probablemente sea emulado en Bolivia y en otras partes de la región.
No obstante, hay una creciente oposición en Venezuela a su asalto frontal contra las libertades políticas. Las manifestaciones estudiantiles durante las recientes semanas en el centro de Caracas han desafiado al régimen, algo realmente alentador. Cuánto tiempo se permitirá que sigan adelante es harina de otro costal.
Por ahora, el Gobierno de Estados Unidos ha tratado a Venezuela principalmente como un molesto problema diplomático. Sin embargo, es más que eso. Es un problema de seguridad nacional. Las ambiciones y los recursos de Chávez amplían su influencia. La riqueza del petróleo de Venezuela le da los medios para forjar alianzas dirigidas a que Estados Unidos pierda influencia política y que las compañías norteamericanas se vean obligadas a marcharse. Está intentando forjar alianzas estratégicas no sólo en el Caribe sino también con China, Irán y Corea del Norte y cualquier otro que desee hacer causa común contra Estados Unidos. Durante su mandato, Venezuela también se ha convertido en uno de los puntos principales del tránsito de estupefacientes de camino a Estados Unidos. En los años 30, Europa y Estados Unidos trataron a Hitler como una broma de mal gusto. No deberíamos incurrir en ese error otra vez.
©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg
Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en el Wall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

