Muy pocos saben que uno de los versos más bellos de Federico García Lorca en su Prendimiento de Antoñito el Camborio, "están los viejos cuchillos/tiritando bajo el polvo", era distinto del que figuraba en su versión original. Fue rescrito de su puño y letra tras publicarse en el primer número de la revista Litoral, para más señas, en un ejemplar propiedad de su buen amigo Enrique Durán, abuelo de quien esto escribe. Aquel texto, "gastas cintillos de plata/y corazón sin enojo" nada tiene que ver con la fuerza y la extraordinaria belleza de la redacción definitiva de su primer Romancero Gitano editado finalmente en La Revista de Occidente en 1928. Cuestiones poéticas al margen, por desgracia, los viejos cuchillos que tiritan bajo el polvo han vuelto, y de qué manera, a ser desenterrados en estos cuatro infaustos años de mandato de José Luís Rodríguez Zapatero.
La puntilla la ha puesto durante el último pleno de la legislatura el diputado de la Ezquerra Republicana, Joan Tardá. Ha acusado a Manuel Fraga, y por ende al PP, de "tener las manos manchadas de sangre" precisamente el mismo día en que moría Pepín Bello, el último hombre perteneciente a la más fecunda, brillante y creativa generación intelectual del siglo XX, y compañero de habitación del poeta granadino en la Residencia de Estudiantes. Setenta y un años después de aquellos versos lorquianos el odio, el rencor y la sinrazón han aflorado gravemente y de manera más que preocupante.
El diputado independentista catalán, al tiempo que acusaba a la formación que representa a diez millones de españoles de tener las manos manchadas de sangre, defendía en el Congreso que ANV, un partido que a todas luces forma parte del entramado terrorista, campe a sus anchas con las pistolas debajo de la mesa. Veinticuatro horas más tarde, el apéndice de ETA presentaba sus cabezas de lista para tener representación en la sede de la soberanía nacional. Claro está que este fin de fiesta antes de la disolución de las Cámaras sólo ha sido posible debido a que el principal valedor de tal engendro político, con las siglas que sea, ha sido el presidente del Gobierno.
Afortunadamente la Constitución del 78 nada tiene que ver con la anticlerical del 31, pero el PSOE busca desesperadamente agitar el enfrentamiento y la división a imagen y semejanza de la II República, incluso a costa de la promoción, la protección y el amparo de quienes nunca quisieron deponer las armas con las que asesinar cobardemente por la espalda. Zapatero ha impulsado el proceloso sendero de la secesión y ahora hay dos referéndum en ciernes para independizarse de España con una vuelta atrás harto complicada, incluida la expulsión de brazo de ETA incrustado de nuevo en la columna vertebral de las instituciones.
Lo que va de Lorca a Zapatero está en Poeta en Nueva York: "yo denuncio a toda la gente/que ignora la otra mitad". Hora es ya de que las cosas cambien.
PD:Dedicado a mi padre, Esteban Durán, en su primer cumpleaños.
