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Juan Morote

A buenas horas, mangas verdes

Si yo fuera dirigente del PP, me preocuparía mucho coincidir en algo con Pepe Blanco: es el mejor indicador de que uno está equivocado.

Así reza el refrán castellano, que evoca los tiempos en los que los uniformados de la Santa Hermandad, quienes llevaban las mangas color esperanza, llegaban al lugar del conflicto cuando éste ya se había resuelto de forma espontánea. De igual modo, podríamos decir que "a buenas horas" están llegando las reflexiones de los bienpensantes y politicorrectos del Partido Popular. Sólo han transcurrido cuarenta y ocho horas desde que se conocieron los resultados electorales, y ya han sido rescatados de su ignorancia cual Pablo camino de Damasco.

La campaña del Partido Popular ha estado capitidisminuida por el triunfo de las tesis de los de siempre: de los acomplejados por pensar que España es una nación de ciudadanos libres e iguales, y de quienes no se creen que las propuestas liberales y conservadoras son argumento teórico legítimo y bastante para vencer a la izquierda. Estos son los mismos que no han sido capaces de trabajar para Mariano Rajoy repartiendo juego con las caras más valoradas del partido; han trabajado un poco con Rajoy, pero nada para Rajoy.

Lo más cabreante del asunto es que hoy aparecerán los triunviros (Pío García Escudero, Soraya Sáenz de Santamaría y Gabriel Elorriaga) como los adalides de la moderación, de un discurso alternativo, paladines del buenismo en la derecha. Todo esto para acabar haciendo seguidismo de las tesis de la izquierda. ¿Se imaginan la escena? Seguro que sí:

– Fíjate, es que lo de Alberto fue muy duro, la verdad es que no había motivo...
– Claro, es que a Mariano, como lo puso Aznar...
– Y eso que Zaplana y Acebes han salido poco...
– En Cataluña tenemos que acercarnos a CiU...

Y yo me pregunto, ¿por qué tan egregios asesores no leyeron antes El País? Si yo fuera dirigente del PP, me preocuparía mucho coincidir en algo con Pepe Blanco: es el mejor indicador de que uno está equivocado.

El Partido Popular ha perdido las elecciones, aunque ha obtenido sólo tres escaños menos de los que obtuvo Aznar en el 96, que entonces le permitieron gobernar. Claro que el PP tiene que reflexionar y analizar quién puso los toros de Guisando en las alforjas de Pizarro antes de comenzar la carrera electoral, quién ha estado jugando durante casi seis años a que el PP fuera el cuarto partido nacionalista en Cataluña, quién ha gestionado la incongruente política respecto a los estatutos de autonomía, quién se dejó engañar por Patxi López el viernes 7, quién decidió que no fuera nadie a León a hacer campaña, etc.

Sobre todo esto debe meditar el Partido Popular, pero fundamentalmente tiene que centrar su reflexión en la defensa del mensaje, de los principios, de las ideas que le han convertido en el referente político de más de diez millones de españoles, y en la esperanza de una España gravemente amenazada. Para esto aún está muy a tiempo el Partido Popular.

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