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EDITORIAL

Rajoy no se va

Ahora es cuando se abren las quinielas, pero no sobre quien será el sucesor de Rajoy sino sobre quien decidirá medirse con él en el congreso anunciado para el mes de junio

Según se hicieron públicos los resultados electorales en la noche del domingo se abrió, en ciertos medios y con diferentes intenciones, una suerte de quiniela para suceder a Mariano Rajoy al frente del Partido Popular. Siguiendo el guión de los que aspiran a un cambio en la cúpula del PP, la derrota del 9-M debe servir de acicate para proceder a una renovación en profundidad de los líderes del partido y de su comisión ejecutiva. El hecho, sin embargo, es que esta crisis anunciada a bombo y platillo por los terminales de PRISA, no ha sido tal.

Nadie dentro del partido ha puesto en cuestión el liderazgo de Mariano Rajoy ni su desempeño electoral. Los resultados, si bien no son los esperados, tampoco constituyen un inclemente varapalo al equipo de Rajoy. El PP ha cosechado una cifra histórica de votos, es el partido de referencia en Madrid y Valencia, dos de las tres principales ciudades de España, y ha conseguido situarse de nuevo en el 40% de los sufragios. Las razones por las que ha perdido hay que buscarlas, más que en errores propios, en el acierto socialista de apropiarse de los votos de casi toda la izquierda española y nacionalista. Y ante un escenario semejante de máxima concentración izquierdista, el partido de Rajoy se ha quedado a sólo 3 puntos porcentuales de su adversario.

Mantener el electorado de 2004 y hacerlo crecer sustancialmente por el centro debe ser motivo de felicitaciones, no de reproches. Así, al menos, lo ha visto el Comité Ejecutivo Nacional del partido, que ha recibido al candidato entre aplausos y parabienes. Mariano Rajoy, en definitiva, no tiene demasiados motivos para avergonzarse y sí, en cambio, unos cuantos para sentirse orgulloso de haber salido bien librado de unos comicios tan anormales como estos.

Que la gestión de Rajoy haya sido buena  en términos generales no significa que el partido que preside, si lo cree conveniente, se conceda el derecho de dirimir su futuro en un congreso. Sería, además, la primera vez en su historia que el PP recurre a este instrumento para nombrar jefe de filas y candidato a las generales. No debe olvidarse que Aznar fue designado por Manuel Fraga, fundador del partido, y el propio Rajoy nombrado a dedo por Aznar. Es una experiencia nueva que puede aportar dinamismo al gran partido de la derecha y, sobre todo, legitimidad al que salga elegido por los compromisarios.

Ahora es cuando se abren las quinielas, pero no sobre quien será el sucesor de Rajoy sino sobre quien decidirá medirse con él en el congreso anunciado para el mes de junio. Puede, desde ya mismo, suceder cualquier cosa; desde un refrendo masivo al actual candidato hasta un congreso disputado por varios barones que, hasta ahora, no se habían atrevido a desafiar el dictado de Aznar. Pase lo que pase es seguro que el ganador de todo el proceso será el Partido Popular, que saldrá refortalecido y dispuesto a hacer valer con fuerza en las cámaras su inmensa minoría.

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