Si todo transcurre según lo previsto, este jueves los lectores de Libertad Digital podrán preguntarle a Guillermo Fariñas hasta dónde alcanza el sufrimiento de un periodista independiente y cubano. Se logre o no, el esfuerzo siempre habrá merecido la pena. Las víctimas de la tiranía podrán comprobar que de España no sólo les llegan esperanzas para sus verdugos y turistas capaces de disfrutar en medio de su miseria y de su miedo.
Aunque pueda parecerlo, no a todos los españoles les resulta indiferente su sufrimiento. No a los de Libertad Digital y a la inmensa mayoría de sus lectores. Este periódico lo ha demostrado desde su nacimiento. No podía ser de otro modo. A los periodistas libres no se les puede olvidar el sufrimiento de los que por serlo están expuestos a la cárcel y a la muerte. A los que se les olvida ni son periodistas ni son libres. No son más que esclavos al servicio de sus amos. Cualquier cosa menos periodistas.
Puede que también sufra algún correveidile de los verdugos al que se le fuerce a rular la patraña eterna. No seré yo quien dude de que a más de uno le cueste lo suyo asumir el papel de vocero de los tiranos; no obstante, son mayoría los que no disimulan su gozo a la hora de arrodillarse y abrir la boca ante sus señores. Para comprobarlo basta entrar un momento en cualquier página del régimen.
Tras los últimos acontecimientos, los supuestos intelectuales castristas han rescatado del olvido lo de la cultura del debate y reflexionan sobre cómo se arrodillarán a partir de ahora. Ante el viejo coma-andante se arrodillaron nada más sugerírselo. Ante el nuevo simularán que les cuesta un poco más. Pero seguirán de rodillas. Les pone. Entre ellos y Guillermo Fariñas media lo que distingue a los esclavos de los hombres libres.
