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Serafín Fanjul

Igualdad

Los envalentonados dirigentes musulmanes van a renunciar a venganzas y algaradas y, evangélicamente, pondrán la otra mejilla siempre que algún artista progre y guay haga escarnio (del auténtico, crudo y guarro) de símbolos y personajes del islam

Ya tardaban. Apenas la De la Vega ha anunciado la intención de retorcer la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, para tener entretenida a su parroquia –no vayan a fijarse en el paro, la inflación o el permanente ridículo internacional–, los autotitulados representantes (¿quién y de qué manera los elige?) de la constelación de asociaciones musulmanas en España se han lanzado a pedir su parte en el botín. Quieren "Igualdad", extremo que no ha de extrañarnos nada: cualquier día reclamarán Libertad y Fraternidad y se quedarán tan anchos. Por pedir que no quede, en especial si las palabras carecen de contenido y son mera aglomeración de fonemas a los que se confiere el significado conveniente según el momento.

A fin de no alargarnos, pasaremos por alto que en ningún país de predominio islámico existe el más remoto vestigio de equiparación entre religiones –ni intención de que lo haya–, aunque no debemos olvidar esta circunstancia para saber bien quiénes son los que lloran y con quién nos jugamos los cuartos. Y nunca mejor dicho lo de los cuartos. Y respecto a los otros dos lemas, revolucionarios hace más de dos siglos, la libertad en esos países oscila entre los cuatro años de cárcel para los apóstatas (en Marruecos) a la pena de muerte (en Arabia, Sudán o Afganistán). Y de fraternidad, ¿qué quieren que les diga? Me bastaría ver unsolo caso de asistencia y atención caritativa para coptos en una institución musulmana de Egipto. Pero no lo veo.

Tampoco está claro qué pretende el Gobierno, si se quedará en otra maniobra publicitaria de distracción, o si intentará profundizar en uno de los objetivos prioritarios de Rodríguez: la aniquilación del cristianismo en nuestro país, para sustituirlo por tribus amandiladas, o vaya usted a saber con qué. Como también es preciso señalar el prudente silencio de judíos y evangélicos. Y eso que no llegaron ayer por la tarde como los moros. Muchas salvedades, pero necesarias para enmarcar esta fulminante reclamación de teta, pasando al cobro la petición de voto para el PSOE en las últimas elecciones. Otras veces he dicho –y lo mantengo– que, en este instante histórico, a los musulmanes –o al menos a sus dirigentes visibles, por silencio de la mayoría– los están perdiendo la glotonería y las prisas. O, dicho de otro modo, la avaricia rompe el saco. Me explico.

Sabemos que la avidez incontinente y desmadrada es un rasgo cultural de su sociedad en cuanto huelen –o creen oler, primer error– debilidad o fisuras en la contraparte, lo cual implica un profundo desprecio del "Otro", que somos nosotros. "La ocasión la pintan calva", pensarán a la vista de la España actual, máxime con el Gobierno que nos aqueja: vosotros seguid con vuestro despelote general, vuestros fines de semana eternos y vuestros botellones (por poco tiempo), que nosotros seguiremos a lo nuestro (hipernatalidad, detracción de fondos, engorde de las comunidades y rígido control ideológico de las mismas).

El análisis es acertado en parte, pero descuidan que pueden asustar incluso a sus valedores que, por otro lado, promueven en Europa normas muy restrictivas para la inmigración: es imposible que Rodríguez y sus mariachis –por irresponsables que sean, y lo son– no se estén oliendo la tostada. Y pueden ser ateos, pero no tontos, por más que asesores arabistas y propagandistas varios del islam – que no son musulmanes– nunca se vieron en otra y se estén apresurando, con la quilma en bandolera, a atropar cuanta espiga ven caída en el camino. Pero ojo con entrar a las morenas. Porque están hinchando las narices de demasiada gente, aunque confíen en la sempiterna inacción española y en la influencia en los medios de comunicación que les regala el Gobierno. Pero nada les basta y exigen de forma cada vez más perentoria la implantación de la censura en cuantos asuntos rocen al islam, so color de la palabra "respeto".

Mientras se dan casos numerosos de uso de dinero nacional –"estatal", llaman ahora a todo los chicos del PSOE– para hacer publicidad del islam (y no en sus mejores facetas), o el eufemismo y encubrimiento lingüístico alcanzan grados de falacia y ridículo insuperables, los supuestos representantes islámicos esperan continuar a su aire, beneficiándose de la "igualdad" y manteniéndose al margen de cuantas normas no les gusten. Y no son pocas. Les cuento un par de casos de cómo andan estos desequilibrios (inda teño un saco cheo, outro por desvaleirar, que decía mi abuela): las Ediciones de Oriente y el Mediterráneo, o sea la Escuela de Traductores de Toledo, o sea la Agencia Española de Cooperación Internacional, o sea el Ministerio de Asuntos Exteriores, publica, con dineros de usted y de un servidor, la traducción del bodrio que lleva el originalísimo título global de Granada (trilogía de la egipcia Radwa ‘Ashur, dedicada a llorar por enésima vez el muy lacrimógeno rollo de los moriscos, con la vitola de "Clásicos Arabes Contemporáneos": pobre literatura árabe, si ésos fueran sus clásicos). Pero, oigan, que esto es una gotita, porque existen tropecientos mil conductos para sangrar los presupuestos estatales, ya de ministerios, ya de organismos autónomos o de comunidades no menos autónomas. Y tenemos FRIDE, Fundación Tres Culturas, Legado Andalusí, Fundación Barenboim, Fundación Pluralismo y Convivencia (que requiere mención especial en artículo próximo, prometo).

Y vamos al otro ejemplo. Hace unos días, en un programa de Canal Sur, modelo de objetividad y transparencia, un tal Lobatón –creo que antaño llevaba un espacio muy lloroso que nunca vi– nos habla de Miguel Gila (humorista indiscutible) y empieza, claro, por su fallido fusilamiento, episodio de su vida nada claro, por más que él aseguraba estar refiriéndolo en serio. No está claro, pero ésa no es ahora la cuestión. El asunto es que el tal Lobatón cuenta que Gila fue fusilado por "mercenarios del bando contrario", frase enigmática y a todas luces encubridora que me hizo rememorar el relato del fusilado, verdadero o falso. Y partiendo de la base de que Gila estaba en el bando republicano, ¿quiénes eran esos mercenarios? La luz se hizo y acabáramos: no otros que los moros rifeños del Ejército Nacional, tan denostados por los rojos y tan despreciados por su versión blandita de hogaño, los progres (lean a Neruda o la documentación del PCE y verán; o pierdan el tiempo con la película Libertarias, genuino cine progre-español, y verán más; o inquieran a cualquier viejo republicano superviviente que opina sobre los rifeños y oirán). Pero, de pronto, ya no hay moros –piensan estos analfabetos– y para suprimir los daños en el imaginario colectivo basta con esconder la memoria –ocultación a manos de los de la Memoria Histórica– y cambiar las palabras. Así que al Lobatón ya no le llegaba con lo de "magrebíes", que se entiende demasiado, y había de recurrir al muy genérico "mercenarios", como otros denominan "internacional" al terrorismo islámico. Todo sea por la claridad y precisión.

Mas volvamos a la igualdad. Como no parece que la Junta Islámica y otras familias mártires toleren que la chica de Alcalá de los Gazules meta las narices en sus asuntos, si no es para subvencionarles, cabe esperar que, preñados sus corazones de un sincerísimo deseo de ser iguales en todo a la Iglesia Católica (verdadero objetivo de todo este carajal), van a renunciar:

  1. A todo tipo de subvenciones y ayudas especiales, como las generosísimas que les regala para construir mezquitas la Fundación Pluralismo y Convivencia que, por cierto, depende del Ministerio de Justicia
  2. Los padres musulmanes (o al menos los que tal hacen) dejarán de prohibir a sus hijas niñas la asistencia a clases de gimnasia, música, baile, natación, etc.
  3. Los antedichos papás no van a encasquetar a sus hijas niñas la pañoleta, para que las crías se integren realmente y los niños españoles puedan verlas como sus iguales, objetivo loable y deseable en grado sumo.
  4. Papás y no papás moros van a querer ser tan iguales que no impedirán – y hasta favorecerán – los matrimonios mixtos y relaciones amorosas de cualquier índole de musulmanas con hombres que no lo sean, como ocurre con los evangélicos (que no dan un ruido y a nadie importa cuál sea su fe).
  5. Los campanudos y envalentonados dirigentes musulmanes van a renunciar a venganzas y algaradas y, evangélicamente, pondrán la otra mejilla siempre que algún artista progre y guay haga escarnio (del auténtico, crudo y guarro) de símbolos y personajes del islam, como sucede con la Iglesia Católica cada vez que a un gracioso se le ocurre aquello de "Un Cristo cocinado para dos personas", originales exposiciones pornográficas a base de la Virgen, Jesús, la Anunciación o lo que caiga, o textos, películas, insultos directos ("El Papa es un hijo de...") o cualquiera de las simpáticas ocurrencias que a diario caen sobre los católicos.
  6. Las organizaciones islámicas se van a aplicar, sin cortapisas ni limitaciones de fe, en la ayuda, asistencia y apoyos varios a quienquiera que se lo pida. Y aunque no se lo pida.

Cumplidas todas esas condiciones, bienvenidos sean al Club de la Igualdad. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

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