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Serafín Fanjul

Acróstico

González como experto en Estudios Bíblicos y Homéricos, Barrionuevo y Corcuera en Derechos Humanos, Roldán en Regeneración Moral, Bibiana en Asuntos Lingüísticos (se preparen los del Manifiesto) y Manuela de Madre de conocedora de la Inquisición.

Rodríguez, que es un poeta, presentó hace días la fundación IDEAS, el paridero donde Bibiana, la Chacón y la Anglicana darán a luz sus ideícas más luminosas. Y como no queremos pecar de discriminadores y sexistas, hasta Pepiño, o Zerolo, podrán parir algo, quizás el mayor sueño de su vida. Todo metafórico, claro. Y en el estricto mundo del pensamiento, que es lo suyo. Explicó el prócer en el acto –no deriven, mal pensados, con lo del paridero, el acto y etc., aquí hablamos de altas metafísicas– que el nombre, tan original, de la mentada fundación es un "acróstico" (sic), con lo cual evidenció que quien le escribe los discursos ignora qué es tal cosa y qué es un acrónimo, el término que en realidad debería haber utilizado. Y tampoco está Rodríguez para semejantes correcciones. Ni aunque se lo propusiera: hasta para ser pedante hay que tener con qué, pero éstos quieren darse pisto empleando palabras raras, y ahí les salen el pelo de la dehesa y sus lecturas de Público y El Jueves.

Sin embargo, se trata de un lance muy menor en el ya nutrido historial de un político que va de impactante y resultón y que ha hecho causa, cifra y bandera de la abolición de los significados que el DRAE adjudica a los vocablos. Ya saben: cualquier conjunto de fonemas puede significar cualquier cosa en jerga socialista (accidente por asesinato, violento por asesino, internacional por islamista y un larguísimo etcétera).

Lo importante es lo de las "Ideas". Rodríguez aclaró sobre la marcha de qué palabras eran iniciales las letras que componen el acrónimo, que no acróstico. Pero no las recuerdo, lo cual tampoco es gran pérdida, pues, como barruntará el siempre avisado lector, todos eran conceptos hermosos, tales que Inviolabilidad, Deontología, Eugenesia, Afabilidad y Sabiduría, un poner. Mi mala memoria nos brinda la oportunidad de avanzar infinitas combinaciones posibles hasta dar con la genuina, la enunciada por el Guía. Por ejemplo: Incompetencia, Dislexia, Enchufe, Amarillismo y Sumisión. Otro poner. Y si del sustantivo pasamos al adjetivo, la interpretación podría quedar en Incapaces, Dolosos, Escamoteadores, Analfabetos y Sacamantecas. O mitad y mitad, el acromix preferido de Rodríguez y sus muchachos: Incuria Dorada Efecto de Apaños Sectarios. Y así.

Mas lo significativo de veras es la sombra que hará a FAES –¡la barrerá!–, esa antigualla de la derechona donde las varonas portan uniforme mantilla y peineta y nunca hablan en presencia de los hombros; y donde un indocumentado hato de profesionales y especialistas varios se limita a jalear las inicuas maldades de Aznar. ¡Pero ha llegado Ideas! La salvación, dado que la Pablo Iglesias no servía para mucho, aparte de pagar sueldos no malos. Y con Ideas, de la mano de alguien tan prudente y sabio como Caldera, se terminará de abrir la humilde pero fecunda trocha, convirtiéndola en llana autopista (de peaje, claro) por donde transite el pensamiento socialista tan granado. Celos provoca en el mundo entero. Con González como experto en Estudios Bíblicos y Homéricos, Barrionuevo y Corcuera en Derechos Humanos, Roldán en Regeneración Moral, Bibiana en Asuntos Lingüísticos (se preparen los del Manifiesto) y Manuela de Madre de conocedora de la Inquisición, ese invento franquista. Sin olvidar a Soria, el zurupeto; a Bermejo, el de la banda (de Arenas), y a la Fashionaria, quien nos contará de dónde saca pa’ tanto como destaca, porque un poco de propuestas lúdicas nunca viene mal. Todos tendrán su seminario, sus colaboradores, su cosa. Respiremos tranquilos. Se van a enterar los carcas de FAES.

Si no sonara a nacionalista español (¡horror!), podría afirmarse que está al caer un renacimiento del pensar hispano. Por consiguiente, conformémonos con la Ilusión (otro vocablo para el acrónimo, que no acróstico) de que la civilización mundial suspirará agradecida, y finalmente dará a Rodríguez lo que es suyo, ese Nobel de la Paz que tanto se merece.

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