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Juan Carlos Girauta

Aplíquese el cuento

El problema no parece ser que los datos existan, sino que se hable de ellos. Lo ideal sería que la economía no desbordara sus acotadas páginas, que el lector común no se topara con sus alarmantes vaivenes.

Del compromiso presidencial con las siamesas libertades de prensa y expresión nadie dudaba. Las defiende Rodríguez casi tanto como Gallardón, campeón de libertades con varias muescas en la vara. Clausurando una asamblea de la canallesca, ha pedido el presidente a los profesionales mucho cuidadito con la crisis, pues es "material altamente sensible". Cierto, cierto. Bastaría que a cualquier columnista de provincias se le ocurriera citar una caja de ahorros, explicar lo que es una quiebra técnica, sumar dos más dos y provocar una oleada de pánico. ¿Es eso? ¿Alude Rodríguez a la consabida espiral ilustrada por Frank Capra en Qué bello es vivir?

Material altamente sensible, como el uranio enriquecido. Hum. ¿Qué es exactamente lo que el presidente quiere hurtar al público (porque de eso va la cosa)? Quizá no desea que la prensa cite los informes de las agencias de calificación. Pero esos informes, con sus etiquetas de "perspectivas negativas" adheridas a un montón de cajas de ahorros españolas, están en internet al alcance de cualquiera. Acaso Rodríguez nos conmina a no remover otros datos, también públicos: paro, inflación, productividad, déficit exterior, deuda, evolución de las ventas de inmuebles y de vehículos... No sé. En todo caso, el problema no parece ser que los datos existan, sino que se hable de ellos. Lo ideal sería que la economía no desbordara sus acotadas páginas, que el lector común no se topara con sus alarmantes vaivenes.

Aunque es difícil, por no decir imposible, que los medios no muestren su sorpresa, su pasmo, su decepción o su indignación ante la cadena de previsiones erradas, de negaciones que luego hay que admitir, de afirmaciones que luego hay que negar. Ante el festival, en fin, de despropósitos, ante la insólita persistencia del ministro del ramo en el error. Siempre podrán decir en su descargo que, tratándose de material altamente sensible, el Gobierno no podía revelar lo que sabía por no precipitarlo, por noautocumplirla profecía, etc. Pero la excusa carga más que descarga: el Gobierno no sólo ha dicho lo que no era; ha actuado como si creyera en sus afirmaciones. De ahí los presupuestos expansivos, el aumento del sueldo a los funcionarios, la mantenida rigidez del mercado laboral y el culpar de todo a la oposición: ¡en qué alta estima han de tener a Rajoy para creerle capaz de provocar un derrumbe del sistema financiero! Si no quieren jugar con material sensible, que dejen la cantinela de la seguridad de los depositantes y el mantra del "sistema financiero más sólido del mundo".

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