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Víctor Llano

Se está despidiendo

En la isla de los cien mil presos todos saben que el tirano no vivirá para comprobar si se cumplen o no sus profecías sobre el futuro presidente de los Estados Unidos. Se está despidiendo.

A pesar de que no podría estar mucho más débil, Fidel Castro insiste en hacer público todo lo que le llega al cerebro. Ya advirtió a los pocos que todavía simulan interesarse por lo que dicta que no esperen nada bueno de Barack Obama. Perjudique o no a los que sueñan con heredarle, el Monstruo de Birán demuestra cada pocos días que él está mucho más allá de las amistades que puedan convenir a los que eligió para compartir y administrar los frutos de sus crímenes.

Nadie se atreve a reprochárselo. Les consta que no tendrán que soportarlo por mucho más tiempo, más ahora que cambió de chándal y comprobaron cómo para mantenerse en pie necesita de la ayuda del que esté a su lado. En la isla de los cien mil presos todos saben que el tirano no vivirá para comprobar si se cumplen o no sus profecías sobre el futuro presidente de los Estados Unidos. Se está despidiendo. Y aunque ya se demora no puede disimular su acabamiento, por no ver, no vio a Zapatero en la mesa de la cena de Washington.

Mientras el tirano se despide, sus víctimas se mueren de hambre preguntándose qué hacen sus carceleros con todos los alimentos que llegan a Cuba desde la potencia que les venden como enemiga. La tiranía no puede comprar en Estados Unidos más de lo que ya compra. Es lo que tiene la trola del embargo. Cuanto más se sirven de ella para justificar su fracaso, muchísimo más es lo que se gastan en los feudos del capitalismo.

No se lo gastan por gusto. Lo necesitan.Han de alimentar a sus huéspedes. Los terroristas comen mucho. Además, no saben lo que el verdugo tardará en despedirse. Ya tardó más de lo que esperaban y de lo que tardaron los que condenó a morir de hambre. Viva o no tres meses más no le puede faltar la comida. Ni a él ni a José Luis García Sabrido,el funcionario de la Comunidad de Madridque le ayuda a alargar la despedida.

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