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Walter Williams

Vive libre o muere

¿Cómo puede un economista como Krugman analizar unas políticas "respetuosas con la familia" sin observar que los resultados de esas políticas son que nadie tiene familia?

Vive libre o muere es el título del discurso pronunciado por el escritor y columnista Mark Steyn en Hillsdale College. Canadiense de nacimiento y residente ahora mismo en New Hampshire, Steyn tiene experiencia de primera mano con la tiranía socialista de su país de origen que se está infiltrando a marchas forzadas en América. Comentando uno de sus roces con la comisión de Derechos Humanos de Canadá, Steyn señala lo absurdo que le parece observar a la izquierda progre haciendo causa común con el islam radical. Una parte de esa alianza está integrada por feministas pro-derechos de los homosexuales y la otra por teócratas homófonos y misóginos. "Tanto los progres laicos partidarios del Estado grande como el islam político retroceden ante el concepto de ciudadano, de individuo libre que puede actuar dentro de su propio espacio social, asumir sus responsabilidades y explotar su potencial".

Dudo de que haya muchos estadounidenses que crean que el Congreso tiene el derecho o las competencias para elegir dónde deben vivir los ciudadanos, qué ropa han de llevar o qué clase de coches pueden conducir. Pero muchos estadounidenses se muestran dispuestos a permitir que el Congreso decida los médicos a los que puede acudir y los tratamientos que han de recibir. Olvidamos que una vez que tengamos la sanidad pública, se podrá utilizar para justificar casi cualquier limitación a la libertad. Esa es la excusa que se utiliza para legitimar las leyes de seguridad en el trabajo o en la conducción. Gran Bretaña ya ha avanzado mucho en la dirección del control total de la sanidad. Según Steyn, "bajo el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña, a los fumadores de Manchester, por ejemplo, se les ha negado el tratamiento para enfermedades coronarias y a los obsesos de Suffolk se les deniegan las prótesis de cadera y rodilla. Patricia Hewitt, la ministra británica de Salud, dice que tales decisiones son acertadas ya que los tratamientos son consecuencia de las elecciones sobre el estilo de vida de esas personas". Steyn añade: "Los fumadores y los obesos podrían fijarse en sus vecinos homosexuales que tienen múltiples relaciones sin protección y preguntarse por qué sus 'elecciones sobre el estilo de vida' no les bloquean el tratamiento. Pero el tema no es ése: la tiranía siempre es caprichosa".

En la mayor parte del mundo desarrollado, el gobierno se ha hecho cargo de muchas de las responsabilidades de los ancianos, la sanidad, la atención infantil y demás tareas que antes eran entendidas como individuales o familiares. El premio Nobel Paul Krugman sugiere que los conservadores estadounidenses que predican "los valores familiares" son hipócritas, ya que los europeos sí los viven plenamente. En el continente, dice Krugman, "la regulación pública permite que la gente rebaje modestamente su renta a cambio de más tiempos con los amigos y la familia". Steyn observa agudamente que:

Tal y como le conviene a un economista experimentado, Krugman pasa por alto observar que para ser un continente de 'políticas respetuosas con la familia', Europa adolece de una carestía de familias. Mientras que la tasa de natalidad de Estados Unidos se encuentra más o menos en el nivel de reemplazo (2,1), 17 naciones europeas se encuentran en lo que se denomina fertilidad de mínimos (1,3 o menos), un ritmo al que ninguna sociedad de la historia de la humanidad ha sobrevivido jamás. Los alemanes, los españoles, los italianos y los griegos tienen pirámides familiares invertidas: cuatro abuelos que tienen dos hijos y un nieto.


Steyn pregunta: "¿Cómo puede un economista analizar unas políticas 'respetuosas con la familia' sin observar que los resultados de esas políticas son que nadie tiene familia?". Mi respuesta a las preguntas de Steyn es: puede hacerlo el tipo de economista que sólo se fija en lo que ve pero omite lo que no ve.

"Vive libre o muere" son las palabras de John Stark, el revolucionario héroe de guerra de New Hampshire. Él pronunció estas palabras décadas después de la guerra, cuando ya había alcanzado los 81 años. La oración entera fue: "Vive libre o muere: la muerte no es el peor de los malos". Steyn dice que estas palabras no deberían interpretarse "como un grito de guerra: ganaremos esta contienda o moriremos intentándolo, en una muerte honorable. En realidad, es algo mucho menos dramático: se trata de una declaración sencilla sobre la realidad de nuestras vidas en el próspero Occidente. Puede vivir como hombre libre, pero si elige lo contrario, su sociedad morirá".

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