Pese a que, según el CIS, sólo el 29% de los electores socialistas aceptan el aborto sin ninguna reserva legal y pese a que algunas encuestas estimen en 500.000 la pérdida potencial de votantes, las Juventudes Socialistas (JSE) han difundido otro de esos vídeos tan maniqueos a los que ya nos tienen acostumbrados.
En él, puede verse a una adolescente de espaldas que agradece el apoyo familiar y social a su decisión de abortar mientras, como trasfondo, aparecen una serie de imágenes que, en teoría, vienen a transmitir todo lo contrario a los buenos deseos que la chica está expresando: Rajoy, Aznar, Rouco Varela y diversos manifestantes anónimos se suceden como representantes de lo que, para las JSE, vendría a ser la rancia "derechona". Estos cachorros del progresismo lo tienen claro: ellos están con las mujeres y su "derecho a decidir"; la derecha ultramontana, en cambio, postula la necesidad de criminalizar y encarcelar a las abortistas.
Es interesante observar cómo esta progresiva radicalización de estos jóvenes de izquierdas que, dada la estructura casi funcionarial de nuestros partidos políticos, serán sin duda "los dirigentes de mañana" (ahí está el caso paradigmático de Leire Pajín) no preocupa a nadie dentro del PSOE ni de sus medios afines. Tal vez sea porque han concebido desde el inicio la necesidad de que sus juventudes sean una cantera de propagandistas y fanáticos –dos cualidades que estos rapaces irán refinando con el tiempo hasta convertirse en ministros y presidentes del Gobierno– o, más probablemente, porque los socialistas están convencidos de poder acercar a la mayoría de la población a sus radicales posiciones y, por tanto, de ganarse su voto por persuasión, no por asimilación.
Actitud que sin duda contrasta con la arrioliana estrategia de apaciguamiento y perfil bajo que en éste y en muchos otros temas ha escogido el PP de Mariano Rajoy. Una falta absoluta de pedagogía que no sólo dificulta la trasmisión de un mensaje y unos valores mucho más válidos que los de la izquierda, sino que en este caso facilita que la gente identifique a la derecha con la caricatura perpetrada por sus adversarios ideológicos. Si un partido no rellena con valentía su programa, si no expresa con claridad cuáles son y cuáles no son sus ideas, está dejando al rival que las distorsione a conveniencia. Y para ello no basta con aparentar ser un moderado conciliador, ya que la figura del lobo con piel de cordero está suficientemente difundida en el imaginario popular como para que cuatro palabras bonitas consigan anular la eficiencia propagandística del socialismo.
En el vídeo, por ejemplo, se vuelve a insistir en el inexistente derecho de la mujer a decidir, esto es, a abortar, esto es, a terminar con la vida del nasciturus. Si no se repite suficientemente que no todo derecho supone una ampliación de la libertad, sino que muchos de ellos son una mera pantalla para cercenarla, y que los padres no son sólo titulares de derechos frente al nasciturus sino, especialmente, de obligaciones (ya que son responsables de haberlo colocado en esa particular situación de dependencia e indefensión), la batalla estará perdida de antemano. Porque una sociedad digiere con mucha más facilidad el reparto de prebendas que la asunción de deberes. Es así de simple y muy mal tienen que haberse hecho las cosas desde los púlpitos políticos cuando la izquierda sigue triunfando a la hora de difundir consignas tan falaces como que la derecha quiere encarcelar a las mujeres, sin que en realidad haya habido un solo encarcelamiento de una abortista desde la aprobación de la Constitución.
Pero ahí están las Juventudes del PSOE: defendiendo la barra libre contra los derechos del nasciturus como si de una señal del progreso se tratara. No se trata, pues, de que el PP responda ahora con otro vídeo de signo contrario, sino de que sus ideas no se escondan sino que se transmitan con suficiente claridad como para que ejercicios de manipulación como los del PSOE sólo encuentren el vacío y el rechazo entre la población.