Google lleva muchísimo tiempo intentando convencernos de que son buenos y de que los datos que recopilan de nosotros los emplean para dar un mejor servicio, no para hacer cosas feas con ellos. Acaban de tirar a la basura años de declaraciones públicas.
Erbilyos dijo el día 16 de Diciembre de 2009 a las 06:34:
"si hay algo que no quieres que nadie sepa, quizá no deberías haberlo hecho en primer lugar"
Que se lo digan a Max Mosley. Ese sabe algo del tema.
Hasta hace pocos años, uno podía irse lejos y empezar una nueva vida, dejando atrás su pasado. Una persona podía reinventarse. Ahora, eso está muy complicado. Todo el mundo puede acceder a las mismas bases de datos desde cualquier lugar del mundo y, a menos que seas un marginal, tu rastro está ahí, aunque no tengas una vida pública expuesta al escrutinio general. Pueden saber para qué empresa trabajas, cómo se llama tu jefe, o en qué universidad te licenciaste o das clases, o en qué negocios estás metido y dónde tienes tu oficina; si has firmado algún manifiesto via internet, tu nombre está ahí; en algunos casos, pueden haber elaborado una entrada en Wikipedia que trate sobre tí sin tener conocimiento de ello (conozco un caso); pueden identificarte físicamente en un buscador de imágenes donde está tu foto, que ha colgado alguien en un blog sin tu permiso, o que resulta ser de una entrevista que te hicieron hace años para un periódico de provincias y que habías olvidado...
Estas cosas eran antes asunto de detectives privados, agencias de espionaje y similares. Pero ahora cualquier mindundi que has conocido en un bar de Bangkok o de Tijuana, con solo saber tu nombre y nacionalidad te puede dejar con el culo al aire, exhibiendo un informe sorprendente sobre tu vida.
¿Dónde queda la intimidad? O eliges una vida marginal, o te buscas un experto en borrar y camuflar tu huella en la Red. Esa será una profesión en auge en el futuro, y habrá ahí una oportunidad de negocio.
"si hay algo que no quieres que nadie sepa, quizá no deberías haberlo hecho en primer lugar"
Que se lo digan a Max Mosley. Ese sabe algo del tema.
Hasta hace pocos años, uno podía irse lejos y empezar una nueva vida, dejando atrás su pasado. Una persona podía reinventarse. Ahora, eso está muy complicado. Todo el mundo puede acceder a las mismas bases de datos desde cualquier lugar del mundo y, a menos que seas un marginal, tu rastro está ahí, aunque no tengas una vida pública expuesta al escrutinio general. Pueden saber para qué empresa trabajas, cómo se llama tu jefe, o en qué universidad te licenciaste o das clases, o en qué negocios estás metido y dónde tienes tu oficina; si has firmado algún manifiesto via internet, tu nombre está ahí; en algunos casos, pueden haber elaborado una entrada en Wikipedia que trate sobre tí sin tener conocimiento de ello (conozco un caso); pueden identificarte físicamente en un buscador de imágenes donde está tu foto, que ha colgado alguien en un blog sin tu permiso, o que resulta ser de una entrevista que te hicieron hace años para un periódico de provincias y que habías olvidado...
Estas cosas eran antes asunto de detectives privados, agencias de espionaje y similares. Pero ahora cualquier mindundi que has conocido en un bar de Bangkok o de Tijuana, con solo saber tu nombre y nacionalidad te puede dejar con el culo al aire, exhibiendo un informe sorprendente sobre tu vida.
¿Dónde queda la intimidad? O eliges una vida marginal, o te buscas un experto en borrar y camuflar tu huella en la Red. Esa será una profesión en auge en el futuro, y habrá ahí una oportunidad de negocio.