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La importancia de los símbolos

Dar el derecho a tener ese símbolo a una comunidad religiosa que no condena los actos bárbaros terroristas no es tolerancia ni libertad, es renunciar negligentemente a defender esos derechos y por tanto es un paso en su desaparición.

berdonio dijo el día 27 de Agosto de 2010 a las 15:43:

Ningún liberal defiende el derecho del Islam a tener su mezquita en la zona cero. Sí, en cambio, el derecho de un particular a disponer de su propiedad como crea conveniente, con independencia de sus fines, siempre y cuando respete las leyes.

Un islamista, como cualquier totalitario, no cree en la libertad. No es sólo que no le guste o una mera cuestión de fe, sino que tiene el convencimiento “lógico”, contra toda evidencia empírica, de que una sociedad abierta está condenada a desaparecer frente a la presión y competencia de otras más controladoras y dirigistas organizadas desde arriba. En esto viene a consistir el debate despotismo vs. liberalismo: el dilema de si la libertad en general debilita y expone, o todo lo contrario

Prohibir la Casa Córdoba es reconocer lo acertado de las tesis totalitarias. Alguien dirá que se debe ser pragmático y ponderar según las circunstancias una mayor o menor libertad según inspiración racionalista: otra vez el enfoque totalitario. No hay salida. Lo totalitario se puede cuantificar, cabe un totalitarismo más o menos rígido; lo liberal, no. O se acepta una ausencia de coacción inicial absoluta o estamos en tesitura totalitaria, al igual que o nuestra conducta es irreprochablemente honrada o podemos ser más o menos deshonestos, pero no, en puridad, más o menos virtuosos. Y no se confundan las cosas: no cabe ser integrista o dogmático en el terreno universal de los principios, de lo categórico, de lo general y abstracto; eso sólo es predicable de lo parcial, de lo hipotético y sólo tiene sentido cuando se aplica a visiones limitadas, a ideologías particulares y concretas.

De modo que si se prohíbe gana el totalitarismo y si se es consecuente, también, por la fuerza del símbolo. No señor. El sentido del símbolo es reforzar y mantener el hecho. El primero es importante, pero el segundo definitivo. Dame pan (hecho) y dime tonto (símbolo). Si se tienen los hechos, una persecución implacable y sin complejos del islamismo, que se queden con todos los símbolos. Aparte de que se trata de un símbolo harto cuestionable que se puede interpretar perfectamente en sentido contrario; es sólo cuestión de mercadotecnia que represente un Islam domesticado por la fuerza de una sociedad liberal segura de sí misma. Obcecarse en lo superficial en detrimento de los principios tiene graves consecuencias a la larga y es puro cortoplacismo insensato, pues una vez que se admiten excepciones ¿por qué no continuar?

La reconvención moral –no la desdeñemos- tiene en política más fuerza que cualquier prohibición positiva imaginable y hace posible y deseable una fructífera libertad. Libertad para ser socialista o extremista islámico y arrostrar las respectivas consecuencias morales, es decir, adhesiones o rechazos. El medio justifica los fines y no al revés; conculca la libertad quien aquí y ahora propone medios de coacción para garantizar hipotéticas libertades futuras.

Coherencia. Si se quiere hacer el discurso de la guerra hacia una comunidad religiosa, reclámese la expulsión de todo musulmán o medidas excepcionales por el estilo, pero no incurramos en la esquizofrenia de traicionar principios consagrando la cotidianidad de la coacción.