Somos un país empobrecido,esquilmado,que sólo importa a aquellos que lo amamos casi románticamente,ridiculizados por esos autodenominados progresistas-y lo son,para ellos mismos,vive Dios-y esta buena nación no mejorará hasta que nos pongamos el mono de faena y entremos a trabajar codo con codo.
Un abrazo,paisano.

Las ideas políticas consiguen adhesiones sociales, más que por razonamientos lógicos, por un relato que despierte interés. Ahora que se ha conseguido levantar un debate sobre el tema, el relato que hay que transmitir a la sociedad en general y a los nacionalistas en particular es el siguiente: el sistema de las autonomías no fue algo solicitado y consensuado por el conjunto del país. Fue un invento con el que se pensaba que los separatistas iban a dejar de dar el coñazo (principalmente porque los propios separatistas vendieron esa idea). Cuando el invento tomó forma, a las cúpulas de los partidos nacionales se les pusieron los ojos como platos cuando vieron las posibilidades que daba el sistema de colocar gente, manejar presupuesto y controlar a la sociedad. Por tanto, la gran mayoría de españoles nos encontramos de repente con un sistema que no habíamos pedido, pero que aceptamos pensando que cerraba el tema separatista, ya que se se sentirían "cómodos en España" teniendo aquello que habían pedido, y que el buen sentido de los responsables políticos haría funcionar al sistema de forma razonable. Dejando aparte el punto del derroche insostenible del sistema, en relación a los separatistas hay que decir que el sistema era una especie de pacto: mantener un estado unitario a cambio de un amplio autogobierno. Ellos no han cumplido con el pacto, ya que para ellos no era un pacto, sino una estratagema. Y por tanto, los que preferimos un estado unitario de verdad, estamos liberados del compromiso. Estamos en nuestro derecho de propugnar (por medios políticos y democráticos, por supuesto) una revisión del estado para hacerlo más acorde con nuestras preferencias