Pues claro que seguro que hay pérdidas para los comerciantes. Uno no puede ir a comprarse algo a un comercio porque le da la sensación de que le van a increpar por consumista; ni sentarse a tomarse unas cañas en una terraza porque le mirarán mal por la cuestión de "no nos mires, únete" y esas cosas que a uno le daría como vergüenza hacer con esa gente ahí, porque te miran con una soberbia originada por la supuesta superioridad moral con la que ellos se sienten
Por el tema de sanidad creo que ya es momento sacar las mangueras y dirigirlas a las plazas para limpiarlas, pues hay que restorar la dignidad a las plazas.
La autora Indignada con toda la razón del mundo.
Maite, me quedan ciertos recuerdos del Mayo del 68. Nuestros medios periodísticos se preguntaban sobre la sorprendente inacción, durante el largo desarrollo de los disturbios, del general de Gaulle, por el entonces, presidente de la República. Pero, llegó el momento, tan demorado, en que el General dijo: Basta, y el movimiento se difuminó en dos días. Entonces, esos mismos medios se apresuraron a alabar la sabiduría del insigne Presidente, que había sabido aguardar el momento oportuno en el que el conjunto de la ciudadanía ya manifestaba su hartazgo y exigía la acción gubernativa represiva, que ya no se precisó. Nuestros responsables políticos, omisos de la aplicación de la Ley, porque no sería inteligente hacerlo, según vienen a decir, parecen estar aguardando ese momento oportuno. Pero, ¿cuál será?. El de Barcelona parece que se ha equivocado por defecto, aunque sea por poco; El de Lérida, acaso podría haberlo adelantado, y el de Madrid, ya veremos. Y así, sucesivamente. Ahí está la cuestión, aparte "legalismos": hay que saber medir el nivel de "contra-indignación" de la ciudadanía común y de los afectados directamente, y el de aburrimiento de los "indignados". Estoy, pleno de curiosidad, ojo avizor.
Con afecto.