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Los indignados o la crisis de la izquierda

Es posible pensar que el movimiento de los indignados tiene que ver no tanto con la indignación general de los españoles ante la situación agónica de España provocada por el Gobierno, cuanto con una grave crisis de identidad de la izquierda española.

doiraje dijo el día 24 de Junio de 2011 a las 16:05:

Completamente de acuerdo, pinker. La derecha cuenta con los fundamentos morales, intelectuales e incluso espirituales para prevalecer sobre una izquierda que los ha de buscar en una acción revolucionaria sin más dimensión trascendente que una suerte de superhombre nietzscheano liberado de su propia humanidad.

El papel del catolicismo para ese reconocimiento de las propias raíces del pensamiento conservador es fundamental, pues si vivimos en esta dicotomía trágica entre izquierdas y derechas se debe a la postergación en la propia vida personal, no ya pública, de la presencia de Dios desde la Ilustración. La derecha dejará de ser "maricomplejines", como diría FJL, cuando reconozca sin el menor atisbo de vergüenza, la procedencia de sus raíces, que es donde reside toda su fuerza, incomparablemente más fecunda y potente que la de sus oponentes. Pero este reconocimiento de la naturaleza trascendente del hombre obliga al movimiento conservador a otro notable, aunque muy posible, esfuerzo: atar muy corto las tendencias liberales, que se han de mantener en el estricto ámbito de la gestión económicoadministrativa, y aún en esta situación, severamente supervisadas.

pinker dijo el día 23 de Junio de 2011 a las 23:22:

Completamente de acuerdo con doiraje. Lo que pasa que el hecho de que la derecha esté en crisis es cosa bien conocida por muchos de nosotros; quizá, por ello, solemos reparar menos en la debilidad extrema de la izquierda. Soy de la opinión que de tanto criticar a la derecha, desde posiciones conservadoras, no percibimos la extrema debilidad de una izquierda sin referentes. No sólo eso. A veces tiendo a pensar que la crítica al PP es, indirectamente y de modo involuntario, una baza útil para la izquierda política y sociológica. No se me entienda mal: por supuesto no digo que no se critique a la derecha. Lo que afirmo es que hay que potenciar lo positivo que hay en la derecha española sin dejar de hacer la crítica pertinente. Es un ejercicio que la izquierda hace admirablemente, pero que los conservadores españoles no han sabido practicar hasta ahora.
Por otro lado, indignados estamos muchos, pero el término se ha puesto en boga por este movimiento. Es un fenómeno particular, que intenta manipular ese sentimiento que doiraje acertadamente describe.
Debemos tener claro que es una jugada de izquierdas para, entre otras cosas, desgastar al futuro gobierno del PP. En esa dirección se están moviendo el PSOE. Esto hay que decirlo y saber muy bien con lo que nos podemos encontrar.
Sobre la crisis de la identidad de la derecha que apunta doiraje, de acuerdo. Sin embargo, es más fácil de resolver que la de la izquierda. Basta con que la derecha se despoje de sus complejos y se dé cuenta de lo contaminada que está por la cultura socialista. Esto es lo difícil. Pero si se hace -y es tarea que nos concierne a todos- habrá una política genuinamente conservadora y un pensamiento también conservador. En el libro de Russell Kirk "Qué significa ser conservador" se indican diez principios con los que muchos de nosotros podríamos estar de acuerdo sin necesidad de introducir elementos especifícamente confesionales, aunque sí religiosos. En la izquierda, sin embargo, no hay ideas, no hay liderazgo. Lo único que permanece es su desmedida ansia de poder y su obsesión por el control de las conciencias. La ingenieria social de Zapatero se caerá como un castillo de naipes tarde o temprano porque va en contra del hombre. Pero lo que le falta a la derecha es que sea fiel a sí misma. Y aquí la victoria de la izquierda estriba en haber convencido a los conservadores que deben avergonzarse de lo que son. Qué papel jueguen los católicos en este movimiento de "encuentro de sí misma" de la derecha sería cuestión de discutirlo. A mi juicio, decisivo.

doiraje dijo el día 22 de Junio de 2011 a las 14:12:

Bueno, Carlos, estoy básicamente de acuerdo contigo. Estos "indignados" lo son de la extrema izquierda de toda la vida. Pero los indignados sin comillas, los que verdaderamente lo estamos, creo que no. Y somos muy superiores en número a estos nostálgicos de los viejos eslóganes marxistas y ácratas.

Ahora bien, con ser cierto lo que describes sobre la crisis de identidad de la izquierda, que ha buscado su ser con notable éxito en la transformación moral y cultural de la sociedad, no lo es menos también en la derecha.

Para empezar, en los ámbitos citados, el seguidismo cuasi humillante de la derecha en aspectos como el aborto, el divorcio, la manipulación embrionaria, el fomento de la anticoncepción en todas sus variantes, la más que probable e inminente eutanasia, el gaymonio, la EpC..., muestra de forma inequívoca que la derecha en este terreno no es que tenga crisis de identidad, es que ha sido absorbida por completo por el discurso izquierdista de forma absoluta, hasta el punto que no existe otro discurso en estos aspectos cruciales, salvo para aquéllos que se definan explícitamente como católicos, y aun en estas filas se dan numerosas excepciones.

La derecha sólo se halla fuerte, mejor dicho, sólo existe en el terreno económico. Pero los indignados sin comillas, aun dispuestos a arrostrar nuevos esfuerzos, no están resignados todavía a ser pasto de un mercado sin escrúpulos, en el que, es cierto, podrán ser contratados con más facilidad, pero ¿a qué precio? ¿Qué nos costará poder trabajar nuevamente?

Un mercado entregado a la disolución moral en las cuestiones centrales que antes he enumerado, no puede ser moral a su vez en el terreno económico. No se puede obviar el deseo de no pocos de llevar una vida digna, lo cual no significa sólo trabajar en no sé sabe qué condiciones y ganar dinero para llevar una vida hedonista y vacía. Muchos de los indignados sin comillas, quizá debido a su situación desesperada, preferirán lo que sea con tal de contar con ingresos; otros, caídos en la brutal alienación moral y cultural que nos asola, se entregarán a una vida esencialmente estéril, pero no hay que olvidar la dimensión ética de la que estamos constituidos todos por naturaleza. Y a esa dimensión (no lo olvidemos, pues ese fue su verdadero origen) la izquierda, de una forma trágica y radicalmente equivocada, quiso dar respuesta. La derecha no católica, el liberalismo, la reduce a una libertad que es puro voluntarismo, voluntarismo consagrado en un sistema político que lo garantice. Pero desde una mera apelación al individuo como subjetividad libre no puede construirse nada verdaderamente ético.

Somos libres en cuanto que somos capaces de amar. Y amamos en verdad en cuanto que reconocemos la fuente de ese amor que nos habita. Intentar encontrar nuestra identidad más allá de esta realidad natural, está condenada al fracaso. Sea izquierda o derecha, la crisis es total. Hemos volver a reencontrar lo que somos; de lo contrario, ni la revolución económica o moral de la izquierda en crisis, o la adoración del becerro de oro en forma de mercado laboral nos seguirán alienando, vaciando y alejando de nuestro origen y de nuestro fin.

Estos son los fundamentos de la verdadera indignación, mucho más profundos que la insatisfacción enunciada en términos ácrata-marxistas, ni la mera búsqueda del sostenimiento económico con independencia de cualquier otra cosa consideración, más que la libertad para lograrlo.