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Amando de Miguel

El insulto es el ataque de los cobardes

Varios libertarios me comentan un insulto brutal e ingenioso: "No me cago en tu padre para no darte pistas de quién es". En nuestra cultura la ilegitimidad de nacimiento ha estado siempre mal vista, por mucho que el nacido no tenga ninguna culpa.

Pedro Campos me espeta: "Como usted está muy mayor y sin duda debe caminar apoyado en un bastón, seguramente es usted un imbécil; me remito a la etimología". Muy ingenioso. Todavía no necesito bastón y de momento no noto ninguna debilidad mental. La etimología de "imbécil" como apoyado en un bastón o báculo es tan conocida como incierta. Me convence más la etimología de "imbécil", la mente floja o enferma, la que vacila o se bambolea como un borracho. En la Psicología clásica el estado de imbecilidad era el estadio anterior al de la idiotez. Insisto en mi teoría de que el que insulta se autorretrata. Todos lo hacemos alguna vez. Pero, además, el insulto es una terapia muy buena en ciertos casos. De ahí que abunden los insultos que emplean palabras malsonantes por su carácter blasfemo, sexual o escatológico. Originalmente, el insulto es un ataque verbal cuando no se dispone de otras armas. Por eso se dice que insultan los cobardes, los que tienen algo que esconder. Yo veo más bien el insulto como algo divertido. El idioma español es riquísimo por la lista de posibles insultos que contiene.

           

Juan Pererira me aclara mi teoría sobre el insulto. Por lo visto, en Galicia se dice: "Chámote para que non me chames". Es decir, según don Juan, "las personas buscamos que otros tengan una tara que verdaderamente nosotros poseemos y se lo decimos a los otros antes de que nos la indiquen a nosotros". Muy bien visto. Añado que es lo de "cree el ladrón que todos son de su condición". En definitiva, el insulto aparece como una suerte de divertida compensación.

Agustín Fuentes quiere saber si "sicofanta" o "sicofante" sirven como insultos. Yo creo que sí. Literalmente, sicofante o sicofanta (valen los dos) era en Grecia el que denunciaba el contrabando de higos. Por lo visto, en la Grecia clásica los higos eran muy apreciados; se prohibía exportarlos, así como los esquejes de las higueras. Era algo así como los bulbos de tulipán en la Holanda del siglo XVII o las ovejas merinas en la Castilla del siglo XV. Así pues, el sicofante era un soplón o chivato. De ahí pasó a calumniador cuando la denuncia era falsa y se hacía por venganza o por recompensa. No parece una conducta muy apreciada, la del sicofante.

Varios libertarios me comentan un insulto brutal e ingenioso: "No me cago en tu padre para no darte pistas de quién es". En nuestra cultura la ilegitimidad de nacimiento ha estado siempre mal vista, por mucho que el nacido no tenga ninguna culpa. Es una consecuencia de lo mucho que importan los linajes en una sociedad que añora el feudalismo. Por eso mismo irrita tanto que la gente se equivoque al pronunciar el nombre de otras personas. En mi caso ya no me hace mella que me llamen "Armando".

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