Agapito, con la "autoridad " que me da el no creer en la autoridad de ningún economista para prever los sucesos del futuro y de dudar de su capacidad para explicar los del pasado relativos a su disciplina, leyendo lo que su artículo expresa sobre las ideas del nobel Amartya Sen, me surge la duda si, como él opina, debió realizarse la unión política en Europa antes que la monetaria o bien, tal como se ha hecho, ésta, con fines catalizadores, ha precedido a la política, en lontananza. Creo que si se hubiese esperado a que ésta estuviera lograda "apaga y vámonos".
Por otra parte, no creo que el control de las instituciones financieras -tan sui generis- sea algo más que una medida necesaria, y no tanto como la solución de la crisis económica, ni que, llevando la idea de libertad a tales extremos, por ello peligre realmente la democracia.
Atentamente.
El crear una constitución europea que no emanó de un parlamanto constituyente -elegido al efecto por los ciudadanos-, sino de un grupo de expertos y el posterior abandono del proyecto tras el no de los votantes franceses -hicieron bien, a mi entender- y por el miedo de los políticos nacionales -y no los ciudadanos a su soberanía- a perder su poder, impidió la unidad política.
No obstante, el euro ya nos fue 'metido con calzador' y se permitió que varios países -Grecia, España, Portugal, Italia y alguno más- hiciesen todos los fraudes en su contabilidad nacional para poder acceder al 'club'. Y no sólo eso, tras su entrada en vigor se modificaron las normas y operaciones econométricas para que no se reflejase en las cuentas el proceso inflacionista que nos trajo. Por ello el Banco Central Europeo favoreció el crédito y el incremento de la masa monetaria -que también trae inflación. Así, si en España no hubiesen sido todos -o casi todos- los gobernantes, políticos, propietarios y directivos bancarios y economistas callados cómplices de este fraude global, no estaríamos adonde hemos llegado.
Se permitió un crédito fácil porque, si no, la mayoría de los españolitos no hubiésemos sido capaces de vivir como con la peseta. Se solicitaban numerosos créditos para pagar los créditos pendientes -florecían las empresas de fusión de créditos en uno- y de paso te incitaban a que te hicieses con una nueva vivienda a precios de verguenza. Se unió el hambre con las ganas de comer, pues con los salarios en euros y los precios en euros no se llegaba a final de mes.
De hecho, cuando en 2007 subió el euribor a casi un cuatro por ciento, comenzó la debacle española.
Nos engañaron, primero, y nos engañamos en seguida transformando las cien pesetas en un euro, las cinco mil en cincuenta y así sucesivamente, en bares, restaurantes, supermercados, y casi todos los bienes de consumo en general. Pero nadie de 'arriba' se hizo eco ni nadie de 'abajo' se levantó, pues bastaba pedir un nuevo préstamo. Y todos contentos.
Y, ahora, peligra Europa en sí. Sin democracia, sin autonomía financiera y posibilidad de manobrar económicamente en otra dirección que las marcadas por esas entidades, el FMI y Alemania -que no desea quiebras para no recibir quitas. Nos han llevado hacia un callejón de salida. Sólo romper la baraja y comenzar sobre unas bases mucho más sólidas, transparentes y que piensen más en los ciudadanos que en los bancos o los intereses de políticos y euroburócratas. Regrear a las monedas nacionales y al Ecu -o a un euro ponderado y artificial, a efectos de la deuda pendiente-, convocar un parlamento constituyente y crear la Unión de Estados Eurpeos, con todo lo que ello conlleva.