El desencanto de la Transición, se generó entre otras cosas por la actuación de los partidos nacionalistas. Se creía que concediendo el cuasi-federalismo de las comunidades denominadas históricas, se generaría un movimiento centrípeto de acato a la Constitución española, pero entonces ya vimos muchos que se había abierto la caja de Pandora y bajo el auspicio reflejado por Vizcaíno Casas con su obra "Las Autonosuyas", los políticos depredadores de votos se lanzaron a por el “café para todos”, resultando una España, que efectivamente "no la conocía ni la madre que la parió", una juventud desnortada y una sociedad materializada y sin valores, se lanzaron a la búsqueda desesperada de su hipoteca sin haber ahorrado ni una peseta en su vida. Ahora, estamos otra vez con el agua al cuello, pero es de esperar que el desastre de este gobierno produzca una catarsis en los españoles y vuelvan por el camino de "que el que algo quiere algo le cuesta". Y que la vida requiere sacrificios…
Cristina, gracias en buena parte a los progresos de la farmacopea, quedamos muchos, ya curados de espantos y de desencantos, que hemos sido desconsiderados en el pensamiento que ha arribado a su interesante artículo. Nosotros sabemos, porque lo hemos vivido, de dónde hemos salido y dónde estamos, y de altos y de bajos económicos y sociales. Por eso podemos gritarles a los jóvenes -desde nuestra atalaya, inexperientes- que el encanto está en ellos, y que alumbrará, tanto antes cuanto en ello más se empeñen. Nosotros somos el ejemplo. ¿Alguien se acuerda de cómo éramos y cómo estábamos en los años cuarenta, cincuenta y sesenta, y qué hicimos?. Aunque no lo saben, ni ellos, ni los políticos que nos gobiernan, ni los comunicadores que conforman nuestra opinión, ahora todo lo tienen objetivamente mucho más fácil.
Doña Cristina, debería escribir sobre ese desencanto de la Transición, mis recuerdos son más bien infantiles y bastante turbios ante del 75 (tengo 43 años). No tenía idea de que se hubiera producido algo así, aunque el pasotismo sí lo recuerdo bien.
Y ahí, entre tantas otras batallas, tendrá que luchar para ver si se gana mi voto. Que, de momento, no lo está haciendo.
Porque al rajao que se ha presentado no se lo he dado. No se lo merece. Y me niego a dárselo simplemente porque en el otro lado haya un... cejas, lo demás sería muy grosero para publicarlo.