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EDITORIAL

Los héroes de Valencia

Ahora que la Selección acapara todos los halagos por su hazaña deportiva, es justo también reconocer esa otra gesta que trabajadores anónimos están llevando a cabo luchando contra los incendios que asolan la Comunidad Valenciana.

Los dos incendios declarados en las localidades valencianas de Cortes de Pallás y Andillas, cuyas labores de extinción continúan en estos momentos, llevan consumidas casi cincuenta mil hectáreas de monte, lo que supone una auténtica catástrofe natural de la que las dos zonas más afectadas tardarán mucho en recuperarse. Sin embargo, la mayor desgracia ha sido la muerte del piloto de uno de los helicópteros, fallecido en el pantano de Forata cuando intentaba cargar agua. El accidente de otro helicóptero que trabajaba en las mismas tareas, por fortuna sólo ocasionó heridas leves a sus dos ocupantes, que se recuperan satisfactoriamente en el hospital.

Cuando se produce un incendio de las dimensiones de los ocurridos en Valencia es inevitable poner el foco en la actuación de las autoridades responsables de los servicios de extinción. Tiempo habrá de examinar la gestión de esta crisis, pero por el momento nadie puede dudar de la coordinación de los organismos involucrados y de la colaboración de los equipos procedentes de comunidades autónomas cercanas, al contrario de lo sucedido en el trágico incendio de Guadalajara, hace siete años, que tuvo como resultado la muerte de 11 miembros de los equipos que trabajaban en la zona.

Un incendio forestal es un acontecimiento de consecuencias imprevisibles que el ser humano no puede controlar, más allá de poner en funcionamiento todos los medios disponibles para su extinción en el más breve plazo posible. La sequía en la zona del incendio y unas condiciones climatológicas adversas, que han contribuido a avivar las llamas y extenderlas con rapidez, son factores ante los que ningún equipo especializado, por numeroso que sea, tiene la capacidad de respuesta necesaria para evitar los daños que finalmente acaban produciéndose.

Precisamente los miembros de esas brigadas de extinción merecen el reconocimiento de toda la sociedad, por su lucha incansable ante situaciones que ponen en peligro su vida, como por desgracia ha ocurrido en el caso del piloto al que antes hemos hecho referencia. Todas las personas que trabajan día y noche en Valencia para acabar con el mayor incendio conocido en los últimos años están haciendo una labor que en la mayoría de los casos va mucho más allá de las obligaciones profesionales que cabe exigir. Con sueldos más que modestos en la mayoría de los casos, están poniendo en riesgo su vida para que otros no pierdan la suya, y eso es algo que merece la gratitud de la sociedad española en su conjunto.

Ahora que los integrantes de la selección de fútbol acaparan todos los halagos por su hazaña deportiva, que a todos nos enorgullece, es justo también reconocer esa otra gesta que trabajadores anónimos están llevando a cabo luchando contra los incendios devastadores que asolan la Comunidad Valenciana. Ellos son nuestros mayores héroes, por más que ninguna multitud los espere al final de su trabajo para agradecerles su esfuerzo y corear sus nombres.

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