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EDITORIAL

Rajoy necesita mejorar

A estas alturas es difícil saber si habrá tiempo para evitar un rescate total o males mayores, pero lo que está claro es que sólo la acción decidida del Gobierno en algunos campos puede darnos esa oportunidad.

El presidente ha aprovechado el primer Consejo de Ministros de agosto para comparecer ante la prensa y hacer un largo balance de sus siete meses en Moncloa.

Es un buen momento, efectivamente, para analizar una labor que por ahora ha tenido más oscuros que claros, si bien es cierto que la tarea de gobierno que han asumido el PP y el propio Rajoy es de una dificultad extraordinaria: tras 33 años de estado autonómico y casi ocho de Zapatero la situación de España sólo puede describirse con un término médico: extrema gravedad.

Tampoco hay que olvidar que siete meses no es periodo suficiente para establecer un juicio más allá de lo provisional, pero eso no debe ocultarnos que en este plazo Rajoy y sus ministros han cometido algunos errores en algunas decisiones clave que, en lugar de apoyar la recuperación, han contribuido a complicar aún más la situación.

El primero de ellos fue la brutal subida de impuestos aprobada en diciembre. En una situación de gravísima crisis económica someter a los sectores más productivos de la sociedad a tan duro castigo no ha hecho sino profundizar en el agujero de la depresión para, finalmente, tampoco evitar una subida igualmente radical de IVA, impuestos extraordinarios y tasas varias.

El segundo error, quién sabe si más letal todavía, fue posponer la elaboración de los Presupuestos hasta que se hubiesen celebrado las elecciones andaluzas. Como en el anterior caso fue una equivocación grave en lo económico, y tampoco sirvió de nada en lo político: con todo a favor Javier Arenas fracasó electoralmente una vez más.

La suma de ambos errores ha supuesto que España y el propio Gobierno perdiesen un tiempo precioso que la intervención del BCE en 2011 nos había concedido. Además, ha complicado que empiecen a verse los frutos de otras iniciativas que, estás sí, han ido por el camino correcto: valgan de ejemplo la reforma laboral, pese a que podía haber ido más allá; la Ley de Estabilidad Presupuestaria; o el plan de pago a proveedores, que ha salvado a muchas empresas de una quiebra inminente.

Y es que tras buena parte de la acción del Gobierno en sus primeros meses parecía encontrarse una percepción un tanto optimista de la gravedad de la situación y de las urgencias y sacrificios que ésta exigía. Una percepción que sin duda se ha afinado durante las últimas semanas pero que todavía no es total: lo podemos ver cuando desde la mayoría del PP se niega cualquier posibilidad de llevar a cabo la necesaria reforma del Estado.

En definitiva, el PP ha apuntado algunas buenas intenciones, ha tenido aciertos y ha cometido errores de bulto. La situación no es mejor ahora que cuando Rajoy llegó a la Moncloa si bien el popular no es el principal responsable. A estas alturas es difícil saber si habrá tiempo para evitar un rescate total o males mayores, pero lo que está claro es que sólo la acción decidida del Gobierno en algunos campos puede darnos esa oportunidad.

El propio Ejecutivo parece ser más consciente de ello que nunca si nos atenemos a gestos y declaraciones de los últimos días. Ahora tanto España como el propio Rajoy necesitan que esa determinación se traduzca en hechos.

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