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Daniel Rodríguez Herrera

Assange, Akin y progres como Garzón

Estos nobles izquierdistas, siempre prestos a defender la igualdad y la dignidad de la mujer y tal, están diciendo alto y claro que Akin tiene razón, y que existen violaciones de verdad y violaciones de mentira.

Los republicanos se han metido en un lío con las declaraciones de su todavía candidato al Senado en Missouri, Todd Akin. Durante las primarias ya recibió la ayuda de la candidata demócrata, que pagó anuncios en la tele denunciándolo como "demasiado conservador", movimiento que todos los analistas interpretaron como una táctica diseñada para que fuera elegido y así enfrentarse luego a su rival potencialmente más débil. En el que quizá sea el duelo senatorial en que los demócratas sean más vulnerables este año, Akin ha demostrado estar a la altura de las expectativas de sus rivales con unas declaraciones que han provocado que todo su partido, de Romney para abajo, le exija la renuncia.

Akin ha dicho que el cuerpo de las mujeres "se cierra de algún modo" cuando está sufriendo una "violación de verdad", y que por tanto hay pocos abortos relacionados con violaciones. Que crea semejante mamarrachada ya lo descalifica para cualquier cargo público. Y que crea que existen violaciones de mentira resulta extremadamente ofensivo. Sin embargo, curiosamente, en ese punto está plenamente de acuerdo con buena parte de la izquierda.

Sí, esa multitud que apoyó a Julian Assange cuando salió al balcón a dar su discursito, ese presidente de izquierdas que le da "asilo diplomático" y todos los medios que lo consideran una especie de mártir por la libertad de expresión olvidan convenientemente que no se reclama su extradición por su labor en Wikileaks, sino por haber violado a dos mujeres. Es cierto que no se trata de agresiones sexuales clásicas, como las que tienen lugar con violencia en sórdidos callejones oscuros. Pero, según alegan sus víctimas, Assange practicó sexo con ellas de forma no consentida. Desde el primer momento el responsable de Wikileaks en Suecia creyó a ambas. Así que estos nobles izquierdistas, siempre prestos a defender la igualdad y la dignidad de la mujer y tal, están diciendo alto y claro que Akin tiene razón, y que existen violaciones de verdad y violaciones de mentira.

Es cierto que hay feministas que afirman que las mujeres deberían tener derecho a denunciar por violación casi cualquier tipo de relación sexual si después se arrepienten, por la razón que sea, de haberlas mantenido, lo cual es una barbaridad y un insulto, por cierto, a las víctimas reales. Pero no es éste el caso. Perdónenme por ser explícito, pero los detalles son importantes en este caso. Una de las dos mujeres le dijo a Assange que no quería tener sexo sin preservativo y se despertó con el mártir de la libertad de expresión ya dentro de ella y sin condón. Puede que alguien no considere esto violación, ni agresión sexual; pero ¿cómo podrían hacerlo sin demostrar ser unos redomados sectarios quienes al mismo tiempo condenan a Akin?

El caso es que para Garzón, Correa y un buen montón de progres de todas las latitudes, Assange merece tener asilo en un país que está cerrando los medios privados de comunicación porque publican noticias contra el Gobierno, ya que las acusaciones de violación que pesan sobre él son en realidad un sucio complot de la CIA contra un personaje dedicado heroicamente a publicar filtraciones contra el Gobierno de EEUU. O algo así. Entre los assangistas está, por ejemplo, el diputado de IU José Luis Centella, que luego se las dará de feminista y eso. Correa está abusando del derecho de asilo –reservado a víctimas de persecución política o religiosa, no a delincuentes comunes–, y el Reino Unido tendría pleno derecho a poner fin a ese abuso. Otra cosa es que seguramente prefiera actuar de forma inteligente y dejar que Assange siga en la embajada dando discursitos durante toda su vida, si es que los ecuatorianos son capaces de aguantar tanto tiempo sin darle una patada en las posaderas... y él, de no forzar relaciones sexuales sin consentimiento.

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