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EDITORIAL

Blanquear al criminal Arnaldo Otegi

No vamos a blanquear la imagen de los asesinos, no vamos a lavarles la sangre de los miles de españoles inocentes a los que hirieron o segaron la vida.

Todo parece indicar que nos encontramos ante el enésimo intento de blanquear la imagen del criminal Arnaldo Otegi, durante tantos años vocero del brazo político de la peor organización terrorista que haya padecido la España democrática. Una organización terrorista que sigue activa. Y armada. Y que por supuesto no ha renunciado a su ideario criminógeno y liberticida.

La exégesis de la ración de propaganda que nos ha servido el criminal Arnaldo Otegi este domingo desde el abominable diario Gara está de más. Sabemos quién es, qué es y qué pretende. Y que sigue donde estaba, en el bando de los asesinos, en la brega por la destrucción de España y de su régimen de libertades.

No le faltará el espaldarazo de los apaciguadores, de los buenistas, de los oportunistas, de los cobardes, de los necios. Qué empeño el de tantos; estupefaciente, sobrecogedor, siniestro, según los casos. Diríase que algunos piensan, como los propios terroristas, que Otegi y sus conmilitones son presos políticos, y que la sociedad española les debe algo. ¿Acabarán pidiendo que les pidamos disculpas? Abundan en la historia los ejemplos de similares infamias.

A nosotros que no nos esperen. Nosotros no vamos a blanquear la imagen de los asesinos, no vamos a lavarles la sangre de los miles de españoles inocentes a los que hirieron o segaron la vida. Nosotros también estamos donde estábamos: en la defensa de España y de las libertades, en la exigencia de justicia y en no olvidar lo inolvidable.

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