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Pablo Molina

Mariano debería robar aún más a los pensionistas

Cuanto más roben los políticos a los pensionistas, mucho mejor para acelerar el fin de esa estafa piramidal.

Cuanto más roben los políticos a los pensionistas, mucho mejor para acelerar el fin de esa estafa piramidal.

La decisión del gobierno de no actualizar las pensiones el próximo año es la perita en dulce que el equipazo de Rubalcaba, abarrotado de genios, como es bien sabido, va a utilizar durante los próximos meses para acusar a Rajoy de querer exterminar a los ancianos. A su vez, el PP esgrime la congelación de las prestaciones decretada en su día por Rubalcaba y ZP para desmontar la campaña socialista ante su evidente falta de autoridad moral. A la vista de la altura del debate queda claro que tanto el PP como el PSOE roban a los pensionistas; de lo que se trata ahora es de dilucidar cuál de los dos partidos es más ladrón. Yo voto por los sociatas como medida cautelar, a falta de afinar los datos del latrocinio efectivo que unos y otros han llevado a cabo con los resortes del Estado a su merced.

Pero deberían robar mucho más aún, única vía, dada nuestra condición lanar, para que los perceptores de rentas pasivas comiencen a sospechar que el sistema público de previsión social es una estafa en toda regla y ellos sus principales víctimas. Cuanto más roben los políticos a los pensionistas, mucho mejor para acelerar el fin de esa estafa piramidal, a ver si, con un poco de suerte, entre unos y otros destruyen el sistema entero antes de que los cuarentones actuales lleguemos a la edad de la jubilación.

La desgracia para los españoles que son esquilmados cuando alcanzan la edad de retiro es que toda la clase política y la inmensa mayoría de la periodística están de acuerdo en defender este robo a gran escala. De nada sirve la grosera evidencia de este timo piramidal, ni la cuantía irrisoria de las pensiones a causa de los repetidos escamoteos de los políticos. España tiene consagrado como principio intocable que los jubilados han de depender para comer caliente a diario de la voluntad de nuestros gobernantes, que por otra parte no es que destaquen por su inteligencia y honradez, salvando las consabidas excepciones.

La sustitución del actual sistema de reparto por otro de capitalización individual avalado por el Estado, similar al modelo Piñera chileno, que en otras partes de Europa –como algunas repúblicas excomunistas o la misma Suecia– se ha llevado a cabo sin excesivos traumas, en España es hoy por hoy una aspiración inalcanzable por la oposición no sólo de los políticos y sus voceros de ronzal en la algarabía mediática, también de los propios jubilatas, que no tardarían en echarse a la calle para exigir que el dinero de su retiro siga dependiendo de la generosidad del gobernante de turno, o de su falta de escrúpulos.

Von Bismark, el viejo junker prusiano creador del primer sistema estatal de pensiones, acertó plenamente cuando justificó su decisión en que un trabajador que dependa del gobierno para su retiro será siempre mucho más servil hacia los políticos que otro que pueda jubilarse con sus ahorros. Ciento treinta años después, aquí los españolitos seguimos dándole la razón.

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