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La más desdichada amante

Andalucía sigue a la cola en los principales parámetros de educación y bienestar de toda España.

Hay libros que tienen títulos maravillosos. Por no cansarles citaré sólo uno: Novela del más desdichado amante y el pago que dan las mujeres. Colosal. El título es suficiente y apenas siente uno deseos de leer el libro, antiguo, del siglo XVII español y poco conocido. ¿Por qué lo traigo a colación? Por los ciudadanos andaluces, los más desdichados amantes de la izquierda, y el pago que han recibido y reciben de ella. Creyendo que de la mano del socialismo y/o comunismo vendría el paraíso, como poco antes creyó que venía de las manos anarcosindicalistas, una mayoría importante de andaluces dio su amor y su voto al PSOE en los últimos 31 años. El resultado es evidente: Andalucía sigue a la cola en los principales parámetros de educación y bienestar de toda España. Pinzado su nervio laboral, social e intelectual por la propaganda inmisericorde de una izquierda incapaz de reconocer su inmenso fracaso histórico, Andalucía deriva, además, hacia la nada política nacional de la mano de este dúo adinámico que conforman Griñán y Valderas.

La última de Griñán, aplaudida en secreto por Valderas, es la proclama federal. No es nada nuevo. Es más, es casi tan antigua como la novela del título, esta vez del siglo XIX. De siempre se ha sabido que en España, del Rey abajo, hay unos más iguales que otros. El profesor Velarde recordaba no hace mucho en esta misma columnata que Cataluña (como asimismo el País Vasco) consiguió desde el proteccionismo "ventajas notables sobre la otra zona de industrialización naciente, Andalucía, que quedó apartada definitivamente de los puestos clave de ese desarrollo". En todo el bla, bla, bla ultrafederalista de Griñán no hay una clara propuesta para terminar con esos fueros medievales, los directos de País Vasco y Navarra y los indirectos de Cataluña, ni sobre otras muchas herramientas para la desigualdad que han contribuido, junto a la gestión corrupta y desastrosa de la izquierda en los últimos 31 años, al colismo ya endémico de los andaluces. En el plan del fatuo Griñán, los andaluces seremos como máximo gobernadores de nuestra miseria, mientras los más iguales que nosotros y que los otros, los ricos burócratas catalanes y vascos, que no sus conciudadanos, seguirán succionando recursos y oportunidades, con cada vez mayores facilidades, hasta el acto final independentista. 

Acostumbrados ya a la ceguera sobrevenida por este desdichado amor político que sigue arrojando paro y desilusión sobre aquella Andalucía del 77 que se echó a la calle exigiendo estar en condiciones de libertad, nivel de vida, dignidad y respeto entre las demás regiones de España, la Andalucía del 2013, con un 35 por ciento de parados y colista nacional, asiste como convidada de piedra a un discurso de ocasión que la condena aún más al ostracismo económico y político. Este es el pago que recibe una región que entregó su amor, bien desdichado, a una izquierda fatua y engreída que dijo saber cómo sacar a esta tierra del agujero histórico en el que la sumieron sus irresponsables señoritos y un Estado cómplice de las desigualdades y que sólo ha sabido reconvertirse en nuevos señoritos del poder y el privilegio.

En realidad, lo mejor para Andalucía sería, tal y como está el patio, sumir su autonomía de fachada en la de una gran región y reino de España, la Castilla a la que siempre hemos pertenecido, y desde esa atalaya defender nuestros derechos y deberes reales, no los fuegos artificiales de estos fatuos.

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