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EDITORIAL

PP y PSOE, sumidos en el descrédito

Rubalcaba es tan incapaz de resucitar esperanzas como Rajoy de mantenerlas vivas.

Por insatisfactorio que sea para el principal partido de la oposición el último Barómetro de Opinión del CIS, hecho público este miércoles, aun debería resultar más preocupante para el Gobierno: la ventaja electoral del PP sobre el PSOE, que en las elecciones generales fue de casi 16 puntos y que en octubre era de 7,3, se redujo a sólo 4,3 en enero. Si Rubalcaba tan sólo ha sido capaz de mejorar en dos puntos el históricamente desastroso resultado que su partido obtuvo hace más de un año, Rajoy puede observar cómo el apoyo a su partido se ha desplomado 9,6 puntos.

Parece ser que el mal recuerdo de lo que supuso el Gobierno socialista de Zapatero no se ha borrado de la memoria de una gran mayoría de españoles. Pero no es menos cierto que cada vez más ciudadanos que votaron en las últimas elecciones generales al PP se vuelven contra Rajoy. En este sentido, especialmente decisivo es el hecho de que los datos de esta encuesta se tomaran con anterioridad a que estallara el caso Bárcenas. Aunque este escándalo podrá hacer más acusada la pérdida de respaldo al PP, queda patente que los casos de corrupción no explican por sí solos la pérdida de confianza en este Gobierno.

De la misma forma que los pésimos resultados que cosechó el partido de Zapatero y Rubalcaba en las generales no se debieron a los casos de corrupción en el PSOE –aunque los hubiera, y graves–, el deterioro de la confianza en el partido de Rajoy, que este sondeo confirma, tampoco es debido a los casos de corrupción que afectan al PP, sino a una acción de gobierno que se caracteriza por el continuismo y por el grave incumplimiento de su programa electoral.

Naturalmente que los españoles aspiran a una regeneración en el terreno de la ética pública, pero también aspiran –especialmente los que votaron al PP y están ahora defraudados– a que el Gobierno afronte la crisis de manera distinta. Esto explica que el principal partido de la oposición apenas se haya beneficiado de la perdida de votos del PP.

Es difícil evitar el estancamiento y la decadencia cuando la desconfianza hacia el Gobierno sólo es superada por la que se siente hacia el principal partido de la oposición. Aunque escaso, el único elemento esperanzador es la subida que experimenta UPyD, que obtendría 2,11 puntos más que en las generales, aumento similar al que obtendría IU. Con independencia de la muy desigual valoración que tengamos de estas dos formaciones minoritarias, es evidente que ambas se están beneficiando de un discurso coherente, que aspira a cambios mucho más profundos para salir de la crisis moral, institucional y económica en la que estamos inmersos. El tiempo dirá hasta dónde llegan estas formaciones minoritarias, pero mientras tanto resulta evidente que Rubalcaba es tan incapaz de resucitar esperanzas como Rajoy de mantenerlas vivas.

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