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EDITORIAL

La 'estrafalaria' falta de autocrítica de PP y PSOE

El principal obstáculo para la regeneración democrática es la politización de la Justicia, de la que son responsables PP y PSOE.

Un acto organizado por el semanario británico The Economist ha servido este martes para que varios miembros del PP y del Gobierno reflexionen en público sobre nuestro país. Rajoy ha destacado las bondades que ofrece un sistema en el que "se alternan siempre dos grandes fuerzas" y en el que no existen, a diferencia de lo que ocurriría en otros países europeos, "partidos estrafalarios", mientras que Cospedal ha advertido de los riesgos que entraña el populismo para la democracia representativa.

Como suele suceder con las peores mentiras, las declaraciones de Rajoy y Cospedal son medias verdades. Naturalmente que los movimientos populistas que cuestionan el sistema parlamentario y vocean la proclama "¡No nos representan!" pueden constituir un riesgo cierto para la democracia. Pero esto en modo alguno justifica un trato despectivo a la creciente y justificada desafección ciudadana hacia los dos grandes partidos de nuestro país; menos aun borra la decisiva responsabilidad de PP y PSOE en el riesgo de que esa desafección derive hacia grupos que puedan agravar nuestros problemas de estabilidad política.

Por otra parte, es falso que en España no haya partidos "estrafalarios" desestabilizadores. De hecho, hay algunas formaciones que merecen incluso calificativos más duros. ¿Acaso no le parece a Rajoy estrafalario un partido como ERC, cuyos dirigentes consideran la enseña nacional la "bandera del enemigo"? ¿Y qué decir del PSOE, partido supuestamente nacional, que eligió a semejante formación para dar estabilidad al Gobierno? ¿No le parece a Rajoy estrafalario que el Gobierno de CiU no cumpla –con la inacción del Gobierno del PP las sentencias de nuestros más altos tribunales en defensa del derecho a tener el español como lengua vehicular de  enseñanza? ¿No le parece estrafalaria CiU cuando reclama un inexistente derecho de secesión de Cataluña? ¿No es estrafalario el propio Rajoy cuando se niega a emprender la reforma del modelo de Estado –o de la ley electoral, o de la Constitución mientras no cuente con el apoyo de esas formaciones secesionistas, cuyo objetivo manifiesto es  volar el marco constitucional?

El más decisivo obstáculo para la regeneración democrática es la falta de separación de poderes y la consiguiente politización de la Justicia, todo ello obra de las dos grandes fuerzas que se alternan en el Gobierno de la nación. Gracias a esa politización, formaciones como Bildu y Amaiur, cuyos dirigentes no han condenado uno solo de los centenares de asesinatos de ETA, están en las instituciones y socavan, desde ellas, la estabilidad política del país.

La irrupción de partidos como UPyD o Ciutadans, que no por minoritarios resultan en modo alguno estrafalarios, no se explica, de hecho, sin la extravagante deriva de PP y PSOE.

¿Y qué decir de los clamorosos incumplimientos electorales tanto del PP como del PSOE? Ya podrán decir Rajoy o Rubalcaba lo que quieran de los pequeños partidos, sean o no estrafalarios. Pero, desde luego, lo que critican no deja de ser un síntoma de un mal que anida en sus propias formaciones.

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