Tras dos sorprendentes entregas, la entrevista con la "entrañable amiga" del Rey que ha publicado El Mundo nos deja una serie de revelaciones que, lejos de aminorar el escándalo que rodea a la Casa Real, lo acrecientan.
Varias son las piedras de escándalo con las que un lector y un ciudadano mínimamente exigentes tropezarán durante la entrevista. La primera es la intermediación del Rey para que su yerno lograse un empleo. No parece que colocar a su familia en trabajos de cientos de miles de euros al año sea labor propia de un monarca del siglo XXI, máxime cuando los miembros de la Familia Real tienen ya una asignación económica con cargo a los presupuestos del Estado.
Pero todavía más sorprendente es la soltura con la que Corinna Zu Sayn-Wittgenstein admite haber trabajado para el Estado en asuntos "confidenciales" y "secretos", temas de naturaleza delicada que, según sugiere la propia interesada, estarían en relación con las más altas esferas.
La "entrañable amiga" dice que lo ha hecho gratis, pro bono, casi como una obra de caridad, pero cabe preguntarse en qué momento y quién decidió que la aristócrata germana debía conocer e intervenir en esos asuntos delicados cuyo conocimiento, por el contrario, se niega al español común.
¿Qué cualificación, personal y profesional tiene Corinna Zu Sayn-Wittgenstein para desarrollar esas gestiones? ¿Qué procedimiento legal se ha seguido para encargárselas? ¿Cómo se han mantenido las correspondientes salvaguardas de confidencialidad, y qué seguridad hay de que se seguirán respetando?
Eso sin olvidar la sensación, poco menos que tercermundista, que deja descubrir quien llega a gestionar este tipo de asuntos en un país que, se supone, cuenta con unos servicios secretos y un extenso y experimentado servicio diplomático.
Por otro lado, la propia Zu Sayn-Wittgenstein reconoce que ha trabajado, y en este caso cobrando, para compañías españolas que querían "expandirse globalmente". No resulta tranquilizador pensar en la razón por la que esas empresas han recurrido a una profesional hasta hace no tanto desconocida y cuya principal cualidad, lucida de forma ostentosa en actos y viajes, es precisamente su "entrañable amistad" con el Rey, con ese rey que, como hemos visto, va buscándole trabajo a su yerno.
Ahí está lo más obsceno de todo este asunto, que no atañe a la vida privada del Rey, por poco edificante que se adivine, sino a la grosera forma en la que ésta se mezcla con su labor como monarca, buscando empleos o resolviendo, si damos crédito a las explicaciones de la propia Corinna, conflictos internacionales.
Y, por si esto no fuese suficiente, entre los rescoldos finales de la entrevista encontramos también la amenaza muy poco disimulada: los abogados de la "entrañable amiga" tienen en su poder y a buen recaudo todos y cada uno de los contratos firmados por ésta. Avisados quedan los navegantes, entrañables o no.
Si la pretensión al permitir la publicación de esta doble entrega era alejar las críticas y establecer un cortafuegos alrededor del Rey con respecto al caso Nóos, el resultado no puede ser más desastroso: algunas dudas se han convertido en certezas y, sobre todo, ya no es sólo Urdangarín el que genera algo más que desconfianza, sino toda una forma de comportarse y reinar quizá entrañable, pero desde luego poco ejemplar.

