Lo de Arturito Mas y compañía
no es sino deslealtad y bandidaje.
Es un puro ultimátum: un chantaje
con premeditación y alevosía.
Es infidelidad, es felonía,
vileza, defección y sabotaje.
Es el saqueo crónico, el pillaje
y lo peor: la cursi hipocresía.
Pero, aunque España está bastante harta
del coñazo de Mas y de esa carta
que le escribió a Rajoy (¡tan exquisita!),
me temo que en Moncloa el presidente
acabará aceptando, tristemente,
que sí, que haya traición. Pero flojita.