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EDITORIAL

Un "tiempo nuevo" y una vieja estrategia

ETA ya no mata, pero la ausencia de crímenes de la banda asesina no es condición suficiente para considerar la sociedad sana y la democracia como real

Mientras algunos tratan de convencernos de que el País Vasco ha entrado en un "tiempo nuevo" la realidad se empeña, tozuda, en demostrar que el aire que se respira en sus calles lejos de ser nuevo va cargado de un familiar olor a podredumbre.

Es cierto que, afortunadamente y gracias sobre todo a los años de feroz lucha de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, ETA ya no mata; pero la ausencia de crímenes de una repugnante banda asesina no es condición suficiente para considerar una sociedad sana y una democracia como real.

Y el espectáculo que durante las fiestas veraniegas nos están ofreciendo pueblos y ciudades del País Vasco y Navarra es el reflejo perfecto de esa realidad: de una sociedad enferma en la que la democracia es tan imperfecta y está tan trufada de coacción y falta de respeto por las normas básicas, que difícilmente puede dársele ese nombre.

La serie de representaciones miserables empezó en los Sanfermines pamplonicas, ha pasado por muchos pueblos y ha tenido un capítulo especialmente hiriente en todo lo relacionado con la chupinera de Bilbao. El bildutarra alcalde de San Sebastián ha querido también su cuota de protagonismo impidiendo que se retire la impresentable cartelería proetarra que abarrota determinadas zonas de su ciudad.

Cada uno de estos escándalos puede ser más o menos grotesco y desde luego ofensivo, pero lo importante no es contemplarlos aisladamente, sino analizarlos en conjunto. Difícil es entonces no percatarse de que son todos parte de una campaña que, capitaneada por los sectores que siempre han estado al lado de los asesinos y con la complacencia –si no la colaboración activa- del PNV, busca acogotar a todos aquellos que no compartan un programa nacionalista de máximos.

La humillación de las víctimas y su ocultamiento como simples "daños colaterales" del famoso –y falso- "conflicto" son una parte imprescindible del programa, pero más importante todavía es transmitir la sensación de que la calle vuelve a ser un campo de juego en el que los más violentos y los más radicales marcan las normas.

El mal llamado "entorno de ETA", que todos sabemos que es muy muy difícil de distinguir de la propia banda por decirlo de forma suave, se está preocupando, en suma, de que todo el mundo en el País Vasco sepa que, bien sea por las pistolas y las bombas, bien por otras formas menos criminales pero no mucho más sutiles, ellos escriben las reglas y están dispuestos a presionar al que no las siga hasta que no le quede otro remedio que abandonar.

El proyecto totalitario sigue su curso y sólo hemos atendido a un cambio de táctica, no de estrategia. Lo peor es que, mientras unos se empeñan en no mirar y otros en no ver, cada día están más cerca de coronarlo con el éxito.

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