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EDITORIAL

El ministro y los etarras ‘homologados’

El Gobierno no sólo no tiene ninguna razón en el asunto de la masiva excarcelación de etarras de las últimas semanas, sino que la ha perdido por completo.

Escuchando este lunes a Jorge Fernández Díaz, se podría decir que el Gobierno no sólo no tiene ninguna razón en el asunto de la masiva excarcelación de etarras de las últimas semanas, sino que además la ha perdido por completo.

La locura sería, eso sí, un atenuante mucho mejor para el disparate del ministro de Interior que las razones subyacentes a su impresionante parrafada: ya sea una mala conciencia que tendría que llevarle mejor a dimisión que al despropósito, ya una nueva mentira, ésta especialmente grotesca.

Porque lo que realmente evidencia la salida masiva de asesinos y violadores de las cárceles –como la de etarras– es que el Gobierno, su presidente y, desde luego, el ministro de Interior no han hecho su trabajo cuando estaban a tiempo, además de no haber parado de mentir después. No recusaron al enviado de Zapatero al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TDHE), cuya misión era precisamente acabar con la Doctrina Parot; no hicieron ningún esfuerzo político significativo antes de la sentencia; no viajaron a Estrasburgo mientras los representantes políticos de los asesinos etarras estaban allí, etcétera.

Pero quizá todavía han sido peores las mentiras que el Gobierno, especialmente el ministro de Interior, ha venido vertiendo desde que se conoció la deplorable sentencia del TDHE. Ese mismo día el propio Fernández Díaz y Ruiz Gallardón defendían que se trataba de "un recurso individual" y aseguraban que no habría “excarcelaciones masivas”. Lo cierto es que 25 etarras en la calle les contemplan sólo dos semanas después.

La peor de todas las mentiras, no obstante, ha sido la estrategia que han seguido Rajoy y los suyos de desvincularse de unas decisiones tomadas por los tribunales, como si esos jueces no dependiesen del Ejecutivo, tal y como nos está recordando el cambalache del CGPJ que se está desarrollando estos días ante nuestros ojos.

Que el Gobierno pretenda no tener que ver en las decisiones de unos jueces cuyo futuro profesional decide en comandita con Rubalcaba es una broma de mal gusto que nadie puede creer.

Encima, ahora Fernández Díaz nos explica que debemos sentirnos casi felices de que los violadores y los asesinos en serie acompañen a los etarras en esta amnistía encubierta, porque eso "homologa" a éstos con aquéllos. Mire, señor ministro: preferíamos que les homologara el hecho de que unos y otros cumpliesen, hasta el final, larguísimas condenas.

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