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EDITORIAL

La demagogia le pasa factura a Rubalcaba

El apoyo demagógico de los socialistas a estos movimientos radicales no les ha servido para quedar al margen de sus acciones totalitarias.

El secretario general del PSOE tuvo que suspender este jueves la conferencia que tenía previsto impartir en la Universidad de Granada a causa de la irrupción en el auditorio de medio centenar de integrantes de grupos extremistas. Después de varios minutos sin poder hacer uso de la palabra, Rubalcaba abandonó el lugar, sin que las autoridades universitarias presentes fueran capaces de garantizar el desarrollo pacífico de un acto eminentemente académico, a pesar del perfil político de su protagonista.

Toda acción organizada para impedir el ejercicio de derechos constitucionales como el de la libertad de expresión ha de ser rechazada sin matices. No es tolerable que se boicotee de manera violenta la participación del secretario general del PSOE en un acto académico, como tampoco lo es cuando se revienta una conferencia de otra figura política o se acosa violentamente el domicilio particular de dirigentes del partido rival, hechos que estos grupúsculos y otros parecidos han perpetrado en el pasado sin que el PSOE se haya distinguido precisamente por el brío de sus condenas. El PSOE, de hecho, ha mostrado condescendencia, cuando no apoyo explícito, hacia los responsables de acciones similares, como las protagonizadas por los piquetes sindicales en el transcurso de toda jornada de huelga. Si los socialistas formulan algún reproche suelen dirigirlo a la Policía, a la que acusan de supuestos excesos represivos, a pesar de que un partido de la relevancia nacional del PSOE debería exhibir siempre un compromiso innegociable con los servidores públicos encargados de garantizar la vigencia del Estado de Derecho.

El ámbito en el que se ha producido esta algarada contra el dirigente socialista ha sido nuevamente el universitario. Los rectores de las universidades públicas vienen permitiendo que este tipo de actos violentos tengan lugar en sus centros, sin recabar la acción preventiva de las fuerzas de orden público en virtud de un mal entendido derecho a la autonomía universitaria. La Universidad pública española es hoy un campo abierto para que los grupos violentos campen a sus anchas, con el episodio del que ha sido víctima el secretario general del PSOE como último jalón de una trayectoria lamentable.

La protesta de los manifestantes en el salón donde Rubalcaba iba a disertar sobre las contribuciones de la química a la política nos ha privado de descubrir las conexiones existentes entre dos ámbitos tan aparentemente inconexos, pero a cambio ha puesto de manifiesto que el apoyo demagógico de los socialistas a estos grupos radicales no es salvaconducto para quedar al margen de sus acciones totalitarias.

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