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Emilio Campmany

¿Nucleares? No, gracias

Debemos 30.000 millones de euros por una electricidad carísima que hemos comprado y que no hemos pagado. Luego cada año la factura se va incrementando.

Debemos 30.000 millones de euros por una electricidad carísima que hemos comprado y que no hemos pagado. Luego cada año la factura se va incrementando.

Supongo que, a estas horas, toda España estará echando la culpa a los políticos de la subida de la luz. Media culpará a Rajoy por inútil y la otra a Zapatero por subvencionar las energías renovables. Creo que en este caso cometemos una injusticia. Tienen la culpa de que en España no haya división de poderes, de que los terroristas estén en la calle y de que las Administraciones públicas estén abarrotadas de enchufados, pero de que la electricidad sea tan cara sólo tienen una responsabilidad relativa. Es verdad que Zapatero fue el impulsor de las renovables, pero fue una de sus medidas más aplaudida porque aquí seremos unos, rojos y otros, azules, pero verdes, de una u otra manera, lo somos todos. Y los que aplaudían a los mineros del carbón cuando se paseaban por Madrid reclamando que no les quitaran a sus empresas las subvenciones, éramos nosotros, no los políticos.

¿Y ahora qué hacemos? De momento, debemos 30.000 millones de euros por una electricidad carísima que hemos comprado y que no hemos pagado. Luego cada año la factura se va incrementando. Y tenemos el compromiso de seguir pagando esos dinerales a los que, atraídos por las subvenciones prometidas, invirtieron en renovables. Podemos decir que ya no les vamos a pagar más y que la electricidad que produzcan se la pueden meter donde les quepa, pero quedaremos como Cagancho en Almagro y haremos que futuros inversores se lo piensen dos y más veces antes de invertir en nada que les ofrezcamos. Podemos cargar el recibo de la luz con las subvenciones que un día se prometieron y que hoy ya no podemos pagar vía impuestos. Pero entonces, aparte el drama que sería para muchos consumidores, nuestra industria dejaría de ser competitiva y se dispararía el paro aún más si cabe en ese sector. Podemos subir aun más los impuestos y enjugar con ellos el déficit de tarifa, pero entonces ya nos podemos despedir de la recuperación y a medio y largo plazo la recaudación descendería dejando el problema sin resolver.

Negro panorama. Sin embargo, podríamos, puesto que la energía nuclear es la más barata, construir docena y media de centrales nucleares y financiar hoy el déficit de tarifa con lo que se calcule que nos ahorraremos cuando estuvieran en funcionamiento. Pero ¿qué partido político va a defender semejante cosa? Y, sobre todo, de haber uno que lo haga, ¿cuántos españoles la respaldarían con su voto? Ya eran pocos antes, pero, después de lo de Fukushima, no debemos llegar a media docena los que creemos que nuestro futuro económico pasa por la energía atómica, en la que algunos españoles, dicho sea de paso, son expertos reconocidos mundialmente.

La mayoría me contestarán como en los setenta: ¿nucleares? No, gracias. Muy bien. Dediquémonos a las renovables y a quemar el carbón más caro, más malo y más contaminante del planeta y pavoneémonos de lo verde que somos en todos los foros internacionales. Pero luego no nos quejemos de la factura.

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