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Enrique Navarro

¿Cómo opera el sistema SA-11?

Siempre hay lecciones para la historia y de la historia. Quien juega con fuego se arriesga a quemarse y Rusia estaba en un juego muy peligroso.

Siempre hay lecciones para la historia y de la historia. Quien juega con fuego se arriesga a quemarse y Rusia estaba en un juego muy peligroso.
Base lanzadora de misiles Buk M1 | Flickr cc Helsinki 10

El radar del SA-11 tiene un alcance de 150 kilómetros, de manera que si el operador del radar está atento, dispone de una distancia de 115 kilómetros desde que es detectado hasta que el objetivo entra en la zona en la que puede ser enganchado al sistema y lanzar el misil. A 900 kilómetros por hora de velocidad del avión, se dispone de unos siete minutos de persecución e identificación, que es lo que el avión tarda en llegar al radio del misil.

Una vez que entra en el radio del misil, unos 30 kilómetros, se tienen tres minutos para tomar la decisión de disparar, ya que entre la decisión y el lanzamiento si se trata de un equipo bien entrenado se tarda 22 segundos. Es decir 10 minutos máximo para actuar o no. No queda tiempo para comunicar a un tercero la decisión de abatir o no, que queda en las manos de los operarios de la plataforma. A un objetivo tan grande en vuelo en automático, las probabilidades de acierto de un misil como éste son de un 95%, y seguro que dada la escasez de misiles, habrán utilizado como en el Antonov del lunes, una sola unidad. No parece que le diera de lleno al aparato ya que no se desintegró en el aire, sino que su explosión definitiva fue en tierra con el choque, lo que provoca que los restos estén bastante agrupados.

Pasada la euforia inicial de los rebeldes, alegrándose de haber derribado un avión, a echar la culpa a los ucranianos y enviar a buen recaudo la batería hay un abismo. Sin duda, desde el punto de vista de las consecuencias políticas, quienes salen perdiendo con lo ocurrido son los rebeldes. Rusia no podrá ni siquiera manifestar la más mínima comprensión hacia los pro-rusos, y el ejército de Kiev no solo tendrá la legitimidad para terminar con este conflicto militarmente sino que contará con el apoyo de Europa y Estados Unidos.

Para Rusia la situación es la peor posible. Nadie duda de que ha habido connivencia por decirlo en suaves términos, e incluso clara complicidad en la invasión ilegal de Crimea, con la rebelión separatista. Cualquier atisbo de querer utilizar política o económicamente, el conflicto de Ucrania supondrá la descalificación moral y política para Putin. Pensar en un chantaje del gas a Europa o Ucrania después de lo ocurrido es una idea que cada vez es más remota.

Siempre hay lecciones para la historia y de la historia. Quien juega con fuego se arriesga a quemarse y Rusia estaba en un juego estratégico muy peligroso. Hizo todo lo posible por boicotear el acuerdo con la Unión Europea, y mantener a Ucrania bajo su órbita de influencia. Se alío con el destituido presidente. Invadió con el apoyo de terroristas Crimea y ha mantenido una actitud de amenaza permanente sobre Ucrania. Rusia podía haber ganado mucha legitimidad si hubiera optado por la solución política del conflicto que era posible ya que tenía suficientes instrumentos e influencia política para conseguirlo, pero le tocó el orgullo nacionalista y se dejó llevar de ese fervor que tantos votos da en Rusia. Ahora serán los ucranianos de origen ruso los mayores perjudicados de una política equivocada cuya responsabilidad es solo atribuible a Rusia. O se convierten a una Ucrania integrada en Europa, o se marchan para la madre Rusia. La pérdida de la influencia de Rusia en Ucrania es el mayor cambio en el escenario estratégico en Europa desde la caída del Muro de Berlín y un golpe enorme a la autoridad política de Rusia sobre las otras Repúblicas exsoviéticas. Esperemos que Rusia entienda que puede y debe ser un país esencial en el contexto económico y estratégico internacional y se olvide de paranoias del pasado y se integre, manteniendo su identidad al mundo democrático y occidental.

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