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El nacionalismo y la extorsión como método

¿Puede ser libre una sociedad que vive acogotada por el miedo? ¿Puede construirse sobre la base de la extorsión un país libre? Es obvio que no.

Durante décadas, la extorsión política ha sido el modo de proceder habitual del nacionalismo catalán, para obtener dinero, competencias o leyes que le beneficiasen. Y, según todos los indicios, también para financiar partidos –y familias– a costa de empresas radicadas en Cataluña.

No debería sorprender, por tanto, que ese modo de comportamiento acabase por trasladarse a la realidad catalana y por afectar no sólo a empresas de mediano o gran tamaño. El estremecedor testimonio de un comerciante en Es la Tarde de Dieter nos dice que ese día ha llegado y que el miedo es ya moneda común en una parte de la sociedad del Principado.

Artur Mas hablaba hace unos días del "precio de la libertad", pero ¿puede ser libre una sociedad que vive acogotada por el miedo? ¿Puede construirse sobre la base de la extorsión un país libre? Es obvio que no, y eso es, precisamente, lo peor del nacionalismo catalán: su carácter liberticida. Peor incluso que su falsificación de la historia, que la ilegalidad manifiesta de sus planes y que el desastre económico que la secesión llevaría a Cataluña y a los catalanes.

Hay una segunda lectura que no puede dejar de hacerse: frente a los que ven el proceso separatista como un farol, un imposible o el proyecto de cuatro locos, lo cierto es que el nacionalismo catalán se lo está tomando muy en serio, de ahí que en su planificación se estén dejando muy pocos cabos sueltos. Sirva como ejemplo el entrenamiento paramilitar que están recibiendo no sólo algunas unidades de los Mossos d'Esquadra sino grupos de civiles, tal y como revelaba El Mundo este lunes. Todo esto no dejará de ser un disparate, pero revelan la determinación y planificación de quienes lo perpetran.

Frente a esto, el Gobierno de España se limita a declaraciones más o menos altisonantes y a transferir fabulosas cantidades de dinero a los jefes de la cuadrilla secesionista, convencido al parecer de que mirando hacia otro lado el problema se desvanecerá por sí mismo, como un banco de niebla al soplar el viento.

Es obvio que la razón no está del lado del nacionalismo extorsionador, pero sí lo está la determinación; y mientras sea así el viento dominante extenderá la niebla, en lugar de disiparla.

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