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Juan Carlos Girauta

Avanzando hacia atrás

En la cúpula del PP hay quien sueña aún con una remontada espectacular. Bien, si ese sueño se hiciera realidad, ¿con quién piensan pactar los de Rajoy?

Ahora, al PP le conviene tanto como al PSOE negar que vaya a haber gran coalición tras las próximas elecciones generales, aunque el primero no lo haya comprendido y tenga a su secretaria general manifestando la mejor disposición a una futura coyunda de los desesperados. Esos dos que hasta ayer agruparon más del ochenta por ciento del voto español y hoy no llegan al cincuenta en ninguna demoscopia. Los socialistas nunca incurrirían en semejante error; ni siquiera los socialistas anihilados de Sánchez. Y de hecho, no han caído: "Con el PP ni a por agua, etc.". La derecha sí ha caído porque padece un típico sesgo. Mediático, por más señas. El sesgo que da en considerar que los votantes populares ven a la izquierda con menos inquina que la que le profesan los socialistas al PP. ¿Por qué? Porque al PP no se le puede detestar más, claro. Eso subyace. Cosas del periodismo descompensado. Parece mentira que calen en Cospedal… salvo que ella vaya por libre y nadie en Génova se haya reunido a coordinar mensajes sobre asunto tan determinante para sus expectativas.

Sin embargo… Como siglas-paraguas de familias políticas acorraladas por una realidad que han dejado de entender, al PP le conviene tanto como al PSOE alcanzar una gran coalición tras las próximas elecciones generales, y eso lo comprenden ambas partes. Salvo que suceda aquí lo inconcebible y los españoles vuelvan a conformar durante 2015 una resultante electoral bipartidista, las Cortes de la próxima legislatura van a ser un bonito mosaico. Al previsible paisaje se le ha llamado ingobernabilidad. En la cúpula del PP hay quien sueña aún con una remontada espectacular en las encuestas, que no dará para la mayoría absoluta pero sí para un pacto de gobierno. Bien, si ese sueño se hiciera realidad, cosa harto dudosa, ¿con quién piensan pactar los de Rajoy? Aquí el sueño se torna más salvaje: con unos nacionalistas que habrían sido para entonces domesticados. Considerando que el primer tramo del sueño fuera cierto, la mera toma en consideración del segundo aconseja al PP no molestar mucho al caudillo catalán que organiza un golpe contra la Constitución, que trabaja en Cataluña por un partido único y que desafía al Estado todos los días del año.

De ahí vendría la desaparición del Estado en Cataluña; de ahí tragar con la vergüenza de la inacción en la consultilla del 9-N; de ahí las componendas de los del Puente Aéreo; de ahí la asunción del podrido mantra del "encaje de Cataluña en España", cuando el único encaje que hay que comprobar es el de los nacionalistas en la democracia. Y espero que no venga de ahí también el primer error del rey Felipe: ponerse a hacer de chófer de Mas en Barcelona, riéndole las gracias. Sucede que cada paso hacia ese sueño imposible, que desea borrar deslealtades, es un paso que aleja al PP de cualquier acuerdo con los que nacieron para combatir al nacionalismo y, a fuer de defender España, tienen hoy el único proyecto de gobierno nacional acorde al espíritu y la letra de la Constitución.

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