Menú
EDITORIAL

Al PSOE le crecen los… imputados

Con estas artimañas, el PSOE no hace más que poner en evidencia la descoordinación y falta de liderazgo que imperan en su seno.

Es verdad que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, aseguró tajantemente el pasado mes de noviembre: "Cualquier persona que resulte imputada por el Tribunal Supremo o por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía va a tener que dejar el escaño". También es verdad que, en esa misma línea, el todavía secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, afirmó en diciembre: "No creo que Chaves y Griñán vayan a ser imputados; pero si lo son tendrán que asumir sus responsabilidades políticas y tendrán que dejar sus puestos de senador y diputado".

Sin embargo, y a pesar de que el Tribunal Supremo haya citado a declarar para la semana del 7 al 21 de abril como imputados a ambos expresidentes andaluces por el caso de los ERE, ni Susana Díaz ni Pedro Sánchez han solicitado a ninguno de ellos la menor asunción de responsabilidades políticas.

La verdad es que el portavoz socialista Antonio Hernando no lo ha tenido este martes nada fácil para encubrir tamaña incoherencia. De hecho, en un primer momento apelaba al Código Ético del PSOE, que, en consonancia con las declaraciones anteriormente reproducidas, obligaría a Griñán y a Chaves a dejar sus escaños. Cuarenta y cinco minutos después, en una segunda rueda de prensa, tras atribuirse la comisión de un "error" a la hora de explicar la postura de su partido, manifestaba que el PSOE no pedirá acta alguna "hasta que se les impute algún delito".

Es evidente que utilizar el hecho de que el magistrado del Tribunal Supremo Alberto Jorge Barreiro no se haya molestado en reproducir, en la providencia de la citación como imputados de Griñán y Chaves, los posibles delitos de prevaricación y malversación a los que se refiere la causa de los ERE no deja de ser una burda artimaña dialéctica con la que el PSOE quiere incumplir lo prometido.

Una imputación no es una condena, y ni siquiera es una acusación formal y definitiva. Pero el caso es que fueron los máximos representantes del PSOE los que establecieron esa línea roja que ahora no cumplen ni quieren hacer cumplir.

Es evidente que, con estas artimañas, el PSOE no hace más que poner en evidencia la descoordinación, incoherencia y falta de liderazgo que imperan en su seno. Tal y como señalamos hace una semana, no tiene sentido alguno que Pedro Sánchez haya decapitado al líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, por su posible imputación en el caso del tranvía de Parla y, sin embargo, no se haya atrevido a pedir la menor responsabilidad política a quienes, como Chaves y Griñan, están marcados por indicios de corrupción muchísimo más claros y graves.

No menos delirante resulta, finalmente, que sea Pedro Sánchez y no Susana Díaz quien se sienta impulsado a seguir tapando las vergüenzas a los expresidentes andaluces, cuando lo cierto es que fue la presidenta andaluza la que formó parte del Gobierno del imputado Griñán y la que fue designada por éste como su heredera. Pero el hecho es que así de débil es el liderazgo de Pedro Sánchez y así de fuerte cree estar la andaluza, que aspira a sustituirlo al frente del PSOE.

Temas

En España

    0
    comentarios