El descontento generalizado de la gente con las instituciones es el desafío de fondo de la UE, pero el problema más inmediato y, seguramente, el más grave al que se enfrentan todos los países es el desempleo. Más aún, las altas cifras de desempleo en España repercuten en todos los países de la comunidad europea. Nadie con seriedad puede, pues, mantener que hemos salido de la crisis sin resolver este asunto. Juncker, el presidente de la Comisión Europea, ha sido aún mucho más explícito y concreto contra quienes creen que ya hemos salido de la crisis económica. Sus palabras son inequívocas: "Con estas altas cifras de paro y de desempleo juvenil en España, aunque las cosas estén mejorando, no podemos decirle a la gente, ni a nosotros mismos, que la crisis se ha acabado. Lo honesto es decir que seguiremos con graves dificultades mientras el paro no baje a niveles normales. Estamos en medio de la crisis: esto no ha terminado."
Sospecho que esas palabras de Juncker no habrán sentado nada bien al presidente del Gobierno de España, señor Rajoy, quien montó, dicho sea con toda la intención, todo su discurso sobre el estado de la Nación sobre la reducción de las cifras de paro durante el período 2014-2015. La economía española, dijo Rajoy, creará un millón de empleos netos entre 2014 y 2015. Esta cifra de un millón de empleos es, sin duda alguna, el gran eslogan del PP para afrontar las diferentes campañas electorales de este año; sin embargo, después de las declaraciones de Juncker, ese número podría convertirse más que en un estimulo para votar al PP en un chascarrillo para distanciarse del partido del Gobierno. Juncker le ha hecho un flaco favor al señor Rajoy con estas declaraciones. Sin querer el señor Juncker ha desmontado la campaña electoral del PP, pero, como los males nunca viene solos, creo que Juncker, además de convertir la cifra de Rajoy en un hilarante bálsamo de fierabrás, un vulgar eslogan propagandístico que a muy pocos persuadirá, está pidiéndole al gobierno del PP un esfuerzo más para que España cumpla los designios que le impone Alemania.
Juncker quiere, como la señora Merkel, más políticas de austeridad y recortes, más medidas, en fin, para seguir asfixiando a la clase media española, que se supone, después de lo dicho por Rajoy en el discurso del estado de la Nación, iba a ser la mayor beneficiada de aquí hasta las elecciones generales. Juncker de una tacada se ha cargado los dos grandes anuncios de Rajoy: fin de la crisis, porque nuestro paro desciende, y ayuda a la clase media, porque ha sido la que más ha sufrido para que no se rompa la cohesión social en España. Terrible. Rajoy pudiera estar ante un dilema: o trata de bajar las terribles cifras de paro, especialmente referida a los jóvenes y a los mayores de 45 años, o apoya a la clase media para que no se rompa, definitivamente, la cohesión social.