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Agapito Maestre

El PP y Trump

Resulta patético que una fundación del PP, o muy vinculada al PP, haga una análisis de los resultados electorales casi insultando al Partido Republicano.

Resulta patético que una fundación del PP, o muy vinculada al PP, haga una análisis de los resultados electorales casi insultando al Partido Republicano.
José María Aznar, expresidente del Gobierno | EFE

Es claro que el PP no apoyaba a Trump. Así se manifestó la señora Gamarra antes de las elecciones. Pero tengo la sensación de que después del triunfo de Trump tampoco cambiará mucho su discurso. La derecha española es así de sobrada. Se considera más sabia que nadie también en política internacional. Resulta patético que una fundación del PP, o muy vinculada al PP, haga una análisis de los resultados electorales casi insultando al Partido Republicano. Están consternados por el triunfo de Trump. Parece increíble, pero es tan cierto como lo cuento. Sí, el grupo de análisis de FAES se despacha a gusto en un editorial titulado "La última victoria de Donald Trump". Lo más suave que le llaman al antiguo mandatario de la Casa Blanca es populista. Lo acusan de "un populismo adobado de planteamientos ‘proteccionistas, aislacionistas, y de actitudes intemperantes que en su momento llegaron al abierto desafío institucional alentando ni más ni menos que un asalto al Capitolio’". ¡La felicitación por la victoria roza la garrulería! Produce vergüenza ajena. Ni se les ocurre resumir en una línea qué ha pasado en los últimos cuatro años. Es como si Trump no hubiera existido en ese tiempo. Ni siquiera parece que haya habido una de las campañas electorales más interesantes de las últimas décadas.

Después de ese recibimiento, creo que poco cariñoso con una personalidad política que ha revelado al mundo inteligencia y determinación, los investigadores de FAES insultan a Trump. Le llaman mentiroso, faltón y cínico. Un demagogo de la peor calaña es el señor Donald Trump para las cabezas pensantes de FAES: "Encarna una falta de decoro muy de moda en todas las latitudes. Lo que se dice, según ese patrón, suele tener poco que ver con lo que luego se hace y menos todavía con lo que se piensa, en el caso de que se piense algo. Por eso es tan difícil hacer pronósticos sobre el curso de acción de demagogos impredecibles". Trump no es predecible, según los sesudos analistas de FAES, porque no piensa nada. Si eso dicen de Trump, no quiero ni imaginar que dirán estos finos politólogos, colaboradores de Aznar, de los millones de votantes del Partido Republicano, incluidos los millones de ciudadanos que han cambiado su voto, o sea, decidieron dejar de votar al partido de Kamala Harris para votar al de Trump. Sospecho que estos avezados investigadores de la realidad política de EE.UU considerarán a los votantes de Trump como unos vulgares esclavos al servicio del Partido Republicano.

Lejos de la alegría triste, o la tristeza alegre, que acompaña cualquier análisis sosegado de lo sucedido a un partido político que tiene algunas señas comunes con el PP, como es el caso del Partido Republicano de EE.UU., estos estudiosos de FAES muestran su consternación no sólo con despectivas palabras hacia Trump, sino que dejan claro que los españoles pagaremos, casi con sangre, esa victoria. Todos los europeos sentiremos el peso de sus prometidos aranceles; en efecto, en el "plano del comercio internacional, el próximo presidente es también ‘un hombre enamorado’ pero, en su caso –así lo ha dicho durante la campaña– de la palabra ´arancel'. Si consuma su pasión, la industria europea, el sector del automóvil y la seguridad jurídica en el tráfico mercantil van a sufrir las consecuencias de ese romance, todavía más de lo que lo hacían hasta ahora".

En fin, todo el texto parido por el grupo de investigadores de FAES está hecho con el objetivo ideológico de asustar al propio miedo… Todo menos observar y aprender de lo real. Cualquier cosa podrían haber dicho estos finos pensadores de la derecha española, salvo levantar acta de tres asuntos clave que han llevado a Trump a una victoria histórica. Trump ha mostrado una idea clara de lo que quiere para EE.UU., a saber, que sea el hombre excelente —y excelencia no es otra cosas que exigirse a sí mismo más que a los demás— el primer guía de una nación al borde del abismo por unas políticas ideológicas que nada tienen que ver con la realidad. En segundo lugar, ese discurso realista, a pie de obra, ha demostrado al mundo entero que la sociedad de EE.UU, lejos de la ideología izquierdista y totalitaria del Partido Demócrata, no estaba polarizada, enfrentada y al borde de la "guerra civil", ¿si no, díganme simpáticos analistas de FAES, cómo explicar el cambio de millones de votos del Partido Demócrata al Partido Republicano? Y, en tercer lugar, Trump se ha rodeado de los mejores, algo inédito para la derecha y la izquierda españolas, como dije en el mes de julio, cuando en su boleta electoral presentó como candidato a la vicepresidencia a J. D. Vance. La predicción fue clara: ganará Trump. Perdón por citarme.

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