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Daniel Blanco

Griezmann, el héroe inesperado

Muchos ya se han decantado en decidir quién ha sido la estrella del equipo este año. Yo lo tengo muy claro.

Absolutamente descarado, rápido, valiente. En una palabra, genial. Antoine Griezmann (Maçon, Borgoña, Francia, 1991), recién cumplidos los 24, asombra en su primera temporada en el Atlético de Madrid. El francés ha anotado 20 goles sin ser delantero centro y lo ha conseguido en el equipo rojiblanco que, a pesar de estar arriba y de ser el actual campeón, tiene más mérito que si lo consigues en el Barcelona o en el Real Madrid. Quedan seis jornadas pero el registro puede ser espectacular.

El otro día en Riazor marcó dos, como en Málaga hace una semana, sumado a otro en Córdoba, otro ante la Real. En los últimos quince días, seis goles. Una barbaridad, propia de un genio, de una estrella. Griezmann lo es, sin ser tan mediática, pero llegará, casi en silencio como ahora, sin hacer ruido, a ser uno de los mejores del mundo sin duda.

Ya queda poco de aquel niño que con 13 años, allá por mayo de 2004, llegó a San Sebastián para enrolarse en el cadete realista. De ahí al juvenil y a la Real Sociedad B. Con 17 años, en 2008, ya quiso Juanma Lillo convocarle en un partido con el primer equipo. Eso llegaría el 27 de septiembre de 2009, en Anoeta frente al Murcia. Antoine había cumplido 18 años seis meses antes.

Griezmann ha ido subiendo escalones casi de dos en dos. Enseguida primer gol con su equipo, ante el Sporting en octubre de ese año. Enseguida el ascenso a primera, en seguida el debut en la máxima categoría (29 de agosto de 2010 ante el Villarreal en Anoeta), pronto el primer gol en la élite (ante el Deportivo en octubre de ese año). Ha ido subiendo poco en el escalafón de jugador. Ágil siempre, veloz, desequilibrante. Ya lo dijo Martín Lasarte, el uruguayo que le dirigió en la Real en el ascenso y en la primera temporada con los mejores. "Este chico va a ser grande. Tiene facultades que yo no he visto en otro chaval", afirmó.

Campeón de Europa sub-19 con la selección francesa derrotando a España junto a compañeros ahora en la Liga (Kolodziejczak, el central del Sevilla; y Kakuta, el centrocampista del Rayo, levantaron aquel día el trofeo), ha pasado también por todas las categorías francesas. Deschamps le llamó el 5 de marzo del año pasado para jugar ante Holanda y le llevó al Mundial. Desde entonces es un fijo en la selección gala.

En el Atlético de Madrid ya está escuchando cantos de sirena de otras ciudades del mundo. Manchester, Múnich, Turín. Es un tipo, según cuentan, generoso con el compañero, competitivo al máximo en el campo. Fuera de la cancha todo bondad con un carácter sobrio y fácil de llevar. Simeone le considera pieza clave y él no se deja llevar, por el momento, por los rumores sobre su futuro.

Lo que está claro es que el francés ha conseguido ser pieza indispensable en este bloque atlético. El Cholo le ha moldeado la posición para que sea, indistintamente, extremo, interior, mediapunta y hasta delantero centro en algún partido. 20 goles en 32 encuentros hacen comprender la pasmosa facilidad que tiene el ariete para el gol. La facilidad para llegar sin ser un killer como Mandzukic, por ejemplo, ocho goles menos que el francés cuando Mario era el delantero centro del equipo. El dato no eleva a uno a los altares y deja al otro en una incógnita. Nada de eso, pero sí es muy significativo. Tanto que muchos ya se han decantado en decidir quién ha sido la estrella del equipo este año. Yo lo tengo muy claro.

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