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EDITORIAL

Carmena o la inanidad al servicio de la propaganda

El alarmismo de la alcaldesa sobre la presunta desnutrición infantil es una burda operación de propaganda basada en una falsedad.

Como hemos demostrado en Libertad Digital, la primera propuesta de calado que Manuela Carmena ha puesto sobre la mesa, un mes después de convertirse en alcaldesa de Madrid, es una burda operación de propaganda basada en un falseamiento de la realidad. No de otra forma cabe entender la afirmación de la regidora madrileña que sitúa la desnutrición infantil en la capital en niveles de países subdesarrollados, en contra de todas las estadísticas oficiales y el mero sentido común.

La coalición ultraizquierdista encabezada por esta exjueza ya utilizó la presunta desnutrición de los niños como uno de sus principales reclamos electorales. Es cierto que en Madrid, como en todas las ciudades importantes, hay bolsas de pobreza que los poderes públicos están obligados a combatir. Siempre ha habido personas necesitadas en las grandes urbes, también en momentos de bonanza económica, pero una cosa es facilitar ayuda pública a esos individuos y otra muy distinta crear un alarmismo injustificado, como si en la capital de uno de los países más desarrollados del planeta 25.000 niños estuvieran en riesgo de morir de inanición.

El recurso a la demagogia de estas fuerzas antisistema es tan impúdico que ni siquiera son capaces de aportar soluciones a los dramas que denuncian, señal de que todo obedece a problemas ficticios creados para alimentar su maquinaria propagandística. Es lo que ha demostrado la propia Carmena, que, tras denunciar la desnutrición infantil, mantendrá los planes de comedores sociales que dejó funcionando Ana Botella para atender las necesidades de 2.700 menores, una cifra mucho más cercana a la realidad que el disparate fabricado por el nuevo equipo de gobierno municipal.

La gestión de esta coalición antisistema, un mes después de llegar al Ayuntamiento de Madrid, ha fructificado únicamente en tres iniciativas, a cuál más lamentable: el mantenimiento en sus puestos de concejales a sujetos indignos de estar en la vida pública, la falsa alarma sobre la desnutrición infantil y el anuncio del cambio del callejero municipal para expurgarlo con criterios sectarios. Estas son, hasta el momento, las grandes aportaciones del grupo de radicales encabezados por una exjueza comunista que venían para devolver la democracia y la dignidad al pueblo madrileño.

Nada de lo anterior puede sorprender teniendo en cuenta el magma totalitario del que ha surgido la coalición gobernante en el Ayuntamiento de Madrid. Lo que sí causa sorpresa, en cambio, es que la oposición municipal no salga diariamente a la palestra a denunciar la inanidad intelectual y política de estos charlatanes, y las mentiras con las que justifican sus operaciones de propaganda a costa del bolsillo de todos los madrileños.  

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