Después de todo lo que ha ocurrido en Grecia en los últimos meses, dejar abierta la puerta a un posible impago de la deuda municipal en Madrid parece un chiste de mal gusto. ¿De verdad no han aprendido nada? ¿Qué más tiene que ocurrir para que el Gobierno de la populista Manuela Carmena deje de hacer demagogia de la peor especie con asuntos tan delicados?
Libertad Digital ha denunciado con insistencia el descontrolado aumento de la deuda pública madrileña. Los vecinos de la Villa y Corte saben bien que la consecuencia ha sido una subida generalizada de las tasas y los impuestos locales. No obstante, también es cierto que la deuda viene reduciéndose en los últimos años, y que está ya en unos niveles que hacen compatible su amortización con el necesario alivio tributario que necesita el bolsillo de los contribuyentes.
No es aceptable que Ahora Madrid se empeñe en continuar recorriendo el mismo camino populista y radical que dejó a Grecia al borde del colapso. Tanto la alcaldesa como su concejal de Economía y Hacienda, Carlos Sánchez, deberían reflexionar antes de seguir poniendo en riesgo la solvencia del Consistorio capitalino.
En cuestión de pocos meses, Sánchez no ha dejado de sembrar todo tipo de dudas entre empresarios e inversores. No sólo por ese impago de la deuda que se niega a descartar: recuérdese la polémica que suscitaron sus declaraciones sobre la posible aprobación de una tasa turística.
Toda esta incertidumbre política tiene un elevado coste social, pues genera un clima de inseguridad jurídica que desanima a empresarios e inversores. Por fortuna, el Pleno municipal tiene margen de maniobra: hace algunas semanas vimos que PP, PSOE y Ciudadanos forzaron a Carmena a bajar el IBI en 2016. No obstante, este triunfo es un avance puntual que contrasta con una situación general de franco retroceso. Por desgracia para los madrileños, están en las peores manos posibles.