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Rajoy confía en el miedo

Rajoy y el tiempo han dado la razón a Pedro J. Ramírez cuando pronosticó que el nuevo lema electoral del PP sería “In fear we trust”, "Confiamos en el miedo".

El presidente del Gobierno se ha mostrado convencido este miércoles de que el PSOE pactará con todas las fuerzas de izquierda, incluida Podemos, para llegar a La Moncloa aunque no gane las elecciones. No es la primera vez, sin embargo, que el PP apunta a tan temible como, ciertamente, probable frente popular: este mismo martes era el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, el que advertía de la "catástrofe de dimensiones bíblicas" que supondría semejante alianza, y no hace ni un mes era el propio Rajoy y el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, los que fijaban la atención en esa alarmante amenaza a la continuidad del PP en el Gobierno.

Los cierto es que, aunque Pedro Sánchez descartara en su día cualquier alianza con los radicales de Podemos, la realidad de los pactos alcanzados entre ambas formaciones tras las elecciones municipales, así como las más recientes declaraciones del líder socialista asegurando que su partido podría pactar "con todos menos con Bildu y el PP", abren las puertas de par en par a la posibilidad de ese frente popular. Ahora bien, por proclives que los socialistas se muestren a esa alianza con Podemos, no es de recibo que el PP haga del temor a ese pacto su única estrategia electoral. Eso es tanto como hacer realidad aquello que pronosticó hace más de un año Pedro J. Ramirez, cuando dijo que el nuevo lema electoral del PP sería "In fear we trust", "Confiamos en el miedo".

Se supone que un partido político debe aspirar a ganar las elecciones ilusionando al electorado, no esperar a que lo voten con la nariz tapada y como mal menor frente a una "catástrofe de dimensiones bíblicas". Eso es tanto como fijar la decadencia como única alternativa a la revolución. Se supone que el PP lo que debería poner en valor es su programa electoral, su fidelidad al mismo y los logros cosechados.

La realidad, sin embargo, es que Rajoy ha protagonizado una monumental traición a su programa político que la crisis de España como nación y como Estado de Derecho es muy profunda y que los logros alcanzados por su Gobierno son escasos y se reducen al ámbito económico, donde la recuperación se debe más al influjo exterior y a los ajustes de la sociedad civil que a una escasamente practicada política liberalizadora y reformista. A todo ello hay que sumar la lacra de la corrupción, ante la que el PP de Rajoy sigue sin reaccionar con la suficiente contundencia.

Esta falta de regeneración, que en el caso concreto del PP pasa principalmente por recuperar en el ámbito ideológico y en la acción de gobierno sus traicionadas señas de identidad, aboca a Rajoy a hacer del miedo a Podemos prácticamente su única baza electoral. Lo terrible es que la falta de regeneración y el fracasado consenso socialdemócrata en el que el PP también se ha instalado son, a su vez, los que paradójicamente dan y van a seguir dando alas a un populismo antisistema.

Así las cosas, habrá que confiar en la cuña que puedan introducir formaciones regeneracionistas como Vox o Ciudadanos; porque lo que es seguro es que no habrá mayor triunfo para la degeneración del statu quo que el que la ciudadanía se sienta obligada a renunciar a la regeneración por temor a la revolución.

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